¿Hay que preocuparse por la deuda pública?
Enrique Quintana
En el Informe de las Finanzas Públicas de abril, la Secretaría de Hacienda dio a conocer que el costo financiero de la deuda pública en los primeros cuatro meses del año creció en 53.2 por ciento respecto al nivel del año pasado y ascendió a 326 mil 762 millones de pesos.
El incremento es enorme y responde esencialmente al comportamiento de las tasas de interés.
Solo como una referencia, la tasa de los Cetes a 28 días hace un año estaba en 7.01 por ciento. La subasta de esta semana –con todo y que lleva una tendencia a la baja– estableció un nivel de 11.20 por ciento.
Esto quiere decir que, por el puro efecto del incremento de las tasas referidas, hubo un alza de casi 60 por ciento en el costo de los créditos.
Más allá del porcentaje, ¿cuánto es el dinero adicional que debe destinarse al pago del costo financiero de la deuda pública?
Se trata de un incremento de 127 mil millones de pesos respecto a lo que se pagó el año pasado en el mismo periodo.
La cifra es muy relevante en términos absolutos y en sus equivalencias respecto al gasto.
Pero no es de una magnitud tal como para pensar en que se desequilibren las finanzas públicas.
El monto adicional es equivalente a 5.2 por ciento del gasto público para el periodo.
Entre los analistas de las finanzas públicas hay algunos que piensan que estamos al borde de una crisis y que no hay manera de cuadrar las cuentas en esta materia.
Refieren que si hasta ahora se ha evitado una crisis de las finanzas públicas, ha sido porque se han usado los recursos de los fondos y fideicomisos.
Coincido en una parte y difiero en otra respecto a esta visión.
Sí se han usado muchos fondos, pero no estamos ante la inminencia de una crisis de las finanzas públicas, ni lejanamente.
El gobierno, y en particular Hacienda, han sido muy cuidadosos.
Por ejemplo, en el informe correspondiente al mes de abril, la deuda pública total alcanzó los 14 billones de pesos. Esta cifra es equivalente a 47.3 por ciento del PIB, que alcanzó los 29.7 billones al primer trimestre de este año.
Solo para propósitos de comparación, en EU la deuda pública anda por el 126 por ciento del PIB.
El porcentaje de la deuda pública respecto al tamaño de la economía es menos de la mitad de lo de Estados Unidos.
Regreso a la pregunta que encabeza este texto. Sí, hay que preocuparse –y seguirse preocupando– por la proporción de la deuda en el PIB.
Hay que vigilar que siga en parámetros razonables, como los que hoy tiene.
Pero, ¿quiere decir lo anterior que estamos ante la inminencia de una crisis de las finanzas públicas?
Ni remotamente.
Puede haber problemas en el futuro con las finanzas del Estado mexicano, pero la situación del presente es relativamente holgada, sobre todo si la comparamos con el entorno internacional.
Lo que tendremos son estrecheces. Más todavía. En la medida que haya que asignar más recursos al costo de la deuda.
Pero, no se ve en el panorama una crisis derivada de las insuficiencias de las finanzas públicas.
Hacienda tiene aún un amplio margen de maniobra. Puede gastar más incluso sin generar una situación crítica.
Hay que preocuparse, como siempre, por la deuda pública, pero ni remotamente alarmarse.
Hay otros temas que sí son para alarmarse.