Siempre fue Xóchitl y el PRI y el PAN en el juego de Claudio X.
Carlos Ramírez
En la tarde-noche del 2 de julio de 1989, el presidente nacional del PRI, Luis Donaldo Colosio, dio un mensaje público antes de que se cerraran las urnas para gobernador: el candidato priísta local estaba abajo en las encuestas y por lo tanto adelantaba la victoria del PAN. Ahí comenzó el modelo de las concertaciones del presidente Carlos Salinas de Gortari para diluir el fraude electoral en las presidenciales de un año antes.
El mensaje la noche del lunes pasado del presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, reconociendo que la precandidata priista Beatriz Paredes Rangel iba abajo enlace encuestas hasta ese momento y en previsión visionaria de que seguiría abajo en los sondeos de ayer hasta el próximo domingo, presentó la posición oficial del tricolor de que Beatriz debería darse por declinada.
La respuesta de la tlaxcalteca, con todo y haber sido comedida, desconoció la autoridad política del presidente nacional del PRI y se acogió a las encuestas que todavía está realizando el Consejo tripartidista del Frente Amplio por México, lo que dejó entrever, con mucha claridad, que el PRI, el PAN y el PRD avalaron un modelo de selección de candidato opositor diseñado, operado y controlado por el activista Claudio X. González y sus alianzas con la derecha y ultraderecha.
El modelo de precandidatos y debates para definir la candidatura del Frente Amplio siempre fue una mentira: Xóchitl Gálvez Ruiz fue la candidata del Señor X., pero tuvieron que realizarse muchas machincuepas porque el presidente López Obrador los cachó en la movida y fue el primero que dijo que la senadora Gálvez era la candidata de la derecha-ultraderecha social-empresarial-clase mediera-intelectual, por lo que tuvo que inventarse una forma de dejar la impresión de que la candidatura sería producto de un juego democrático.
Sin embargo, los dirigentes de los tres partidos subordinaron sus reglas políticas para justificar el dedazo del Señor X., incluyendo la figura políticamente patética del ultraizquierdista y exguerrillero Jesús Zambrano haciendo campaña a ras de tierra a favor de la candidata que estaría representando los intereses del gran capital por encima de los intereses de las clases populares no propietarias.
La senadora Paredes había escalado muy rápidamente, en el curso de diez días, posiciones en las preferentes de las encuestas y sondeos y se había acercado de manera riesgosa a una Xóchitl que había presumido diferencia de 30 puntos porcentuales sobre el segundo lugar de la coalición; y aunque pudiera darse el caso de que Paredes no alcanzara a rebasar a la senadora Gálvez, las bases políticas del PRI, las que han sobrevivido asesinatos y tradiciones ideológicas, encontraron en la exgobernadora de Tlaxcala a una figura que recuperara el viejo discurso populista del PRI que estaba siendo inmolado por la dirigencia nacional del partido a favor de los intereses de la verdadera coalición opositora: Señor X:-PAN.
De ahí la urgencia de cortar por lo sano y de manera rápida con la carrera política de la senadora Paredes al interior del modelo del Frente Amplio, a fin de evitar cualquier posibilidad de reconstrucción de la base social progresista-populista del PRI que necesitaba una figura que rompiera con la dominación de la imagen ideológica de Carlos Salinas de Gortari como la definición política del tricolor.
El riesgo era alto. En las elecciones presidenciales del 2018, el 50% de los 30 millones de votos de López Obrador era de seguidores leales, pero el otro 50% había sido de expriistas y figuras ciudadanas que estaban decepcionadas con el presidente Enrique Peña Nieto y su larga cauda de corrupción y ante la urna votaron por López Obrador, aun suponiendo objeciones del votante contra el tabasqueño; ahí están dos casos emblemáticos: la politóloga Denise Dresser y la escritora Guadalupe Loaeza cuestionaron a López Obrador antes de las elecciones del 2018, pero en la urna decidieron votar por él como protesta contra el PRI y al PAN, aunque hoy se dan de topes por esa falla intelectual que reflejó la composición del voto lopezobradorista.
Paredes contribuyó con casi 500,000 firmas votantes al Frente Amplio y lo hizo a partir de su figura de perfil social-populista que no tiene seguro su voto por la figura de la senadora Gálvez como representante de una propuesta derechista-ultraderechista.
Falta ver todavía la reacción final de Paredes frente al cochinero del PRI en la elección del candidato del Frente Amplio.
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