México y el nearshoring en la práctica

Jesús Isaac Flores Castillo

En la primera mitad de 2023, México se posicionó como el primer socio comercial de Estados Unidos, por encima de Canadá y de China. Aunque una golondrina no hace verano, el dato es revelador de una realidad en desarrollo: un tímido reacomodo de las cadenas de producción globales.

La eficiencia económica, una premisa de los modelos comerciales, comienza a ser eclipsado por factores relacionados con la seguridad de las cadenas de suministro. En otras palabras, las empresas se ven obligadas a decidir entre mantener costos de producción bajos y la posibilidad, cada vez más real, de enfrentar riesgos operativos por ajustes en la política comercial de los países donde se encuentran sus principales operaciones o, más grave aún, la interrupción súbita de sus cadenas de producción por el cierre físico de los mercados en cuestión, como ocurrió durante la pandemia por COVID19 y como está ocurriendo en sectores agrícolas y energéticos por la guerra en Ucrania.

Un COO (Chief Operating Officer) no podrá garantizar que la producción en su empresa mantenga el ritmo de la demanda por sus bienes finales si no hay seguridad en la provisión de los bienes intermedios. Esa incertidumbre es, en términos figurados y literales, un impuesto a la producción que está diseminada en diferentes latitudes geográficas. Para algunos bienes, este fenómeno vuelve financieramente inviables las estrategias de producción offshore, porque el costo derivado del riesgo es mayor que el beneficio potencial. Por ejemplo, la industria de los juguetes para niños en Estados Unidos, que se ha vuelto muy competida y cuyos calendarios de producción deben anticiparte a la demanda esperada de forma estacional y planear la importación de sus productos para la temporada navideña desde el sureste asiático ¿podría arriesgarse a cortes intermitentes de rutas de transporte por amenazas chinas contra Taiwán?

En este complejo escenario internacional, la proximidad geográfica de México al mercado estadounidense le da una ventaja envidiable. De enero de 2021 a diciembre de 2022 las principales empresas que habían anunciado inversiones en México fueron de origen chino, y el destino de éstas serían tres estados principalmente: Nuevo León, Guanajuato y Coahuila. Con base en el valor proyectado de la inversión, la de BMW en San Luis Potosí sería la más grande, con 865 mil millones de dólares. De acuerdo con un reporte de Deloitte (que es, en sus propias palabras, bastante optimista) aprovechar adecuadamente esta oportunidad agregaría medio punto porcentual al PIB en los próximos cuatro años.

Hay una serie de recetas para aprovechar el momento económico. Una condición necesaria, más no suficiente en todas ellas, sería el mejoramiento de la infraestructura disponible, permitiendo buen abasto de agua y un suministro confiable de electricidad para las nuevos centros de producción, ahí hay una oportunidad para la promoción de las energías limpias como el proyecto del parque fotovoltaico en Puerto Peñasco, mismo que es un ejemplo de cooperación transfronteriza entre Sonora y Arizona. Del otro lado del país, Altamira, al sur del estado de Tamaulipas, ha atraído la atención de varias empresas que buscan aprovechar el potencial de conexión del puerto con Estados Unidos y con Europa. Desde luego, esto debe ir de la mano con un incremento en los niveles de capital humano, así como el fortalecimiento del estado de derecho y la seguridad pública.

*El autor es asociado del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI), licenciado en Relaciones Internacionales por el ITAM, maestro en Economía por el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y candidato a doctor en Seguridad Internacional por la Universidad Anáhuac. Sígalo en X: @jeshuaitzhak.

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