México y la migración latinoamericana: las disyuntivas de Palenque
Tonatiuh Guillén López
El próximo 22 de octubre se realizará en Palenque, Chiapas, un importante encuentro entre dirigentes de los países latinoamericanos que directamente son parte de la grave situación sobre migración y refugio que la región experimenta actualmente. Se trata de países que se caracterizan por ser expulsores de población, por ser espacios de tránsito y otros más por ser países receptores; o por combinar los rasgos anteriores.
Como anfitrión y convocante, el gobierno de México ha anticipado escasos elementos sobre la agenda y perspectiva de reunión, que será muy breve. Al parecer predomina el diagnóstico de que la movilidad de personas obedece a la carencia de empleos en los lugares de origen y a causas ¨estructurales¨ de similar naturaleza.
Estará también en el ambiente otra cuestión importante para México: hasta ahora el gobierno del presidente López Obrador ha ignorado que la migración mexicana es actualmente de enorme escala, muy superior a la de cualquier país latinoamericano. En estas condiciones ¿cómo se presentará México en el marco de la reunión? ¿cómo país de tránsito y casi nada como país de origen?
Los países invitados al encuentro, con México incluido, prácticamente integran casi la totalidad de nacionalidades de las personas que recientemente arriban a la frontera sur de los Estados Unidos. Solamente faltan en el evento El Salvador y especialmente Nicaragua, que en el último par de años tuvo un incremento muy notable en su movilidad migratoria y de refugio por lo que resulta extraña su ausencia en la reunión de Palenque.
Para comprender mejor la escala de la movilidad humana que se dirige de forma irregular a los Estados Unidos, hagamos un rápido ejercicio cuantitativo.
Los años 2022 y 2023 han superado todas las estadísticas previas de personas en tránsito por México –y desde México– intentando cruzar la frontera de Estados Unidos o solicitar asilo en un puerto fronterizo. Con mucho, superan cualquier otro parámetro previo. A partir del año 2021 esta estadística no ha cesado de crecer. Si consideramos únicamente a los países invitados a la reunión de Palenque y si sumamos el número de personas que a partir de enero del 2022 y hasta agosto de 2023 han sido registradas como ¨encuentros¨ por la autoridad migratoria de Estados Unidos (https://www.cbp.gov/newsroom/stats/nationwide-encounters), el total asciende a cerca de 3.5 millones. Evidentemente, se trata de un número extraordinario.
De ese total, el ordenamiento por nacionalidad y porcentaje es el siguiente: de México, 36.8%; Guatemala, 10.2%; Honduras, 9.7%; Cuba, 9.7%; Venezuela, 9.4%; Colombia, 7.4%; Nicaragua, 6.4%; El Salvador, 3.5%; Ecuador, 3.5%; y Haití, 3.4%.
Ahora bien, con base en una estadística en la que abrumadoramente predomina la migración y solicitantes de refugio procedentes de México ¿dónde estará la prioridad de la reunión de Palenque? ¿Deberá ser la movilidad humana mexicana una cuestión central, como evidentemente debiera serlo?. Ojalá.
Para la cuestión migratoria y de refugio en México, una contribución muy valiosa sería el sólo reconocimiento gubernamental de su existencia, magnitud y características. Sobre todo, porque el componente social de solicitantes de refugio ha incrementado dramáticamente justamente en los últimos tres meses. En esta materia, no tenemos nada que presumir a nuestros hermanos países latinoamericanos.
En términos generales, el componente social de refugio se ha vuelto predominante en la movilidad humana de América Latina. Por lo mismo, la prioridad está efectivamente en suprimir a los factores de expulsión forzada, que lamentablemente no son simplemente económicos, ni laborales. Están involucrados también otro tipo de determinantes, como los políticos, las violencias y criminalidad, la intolerancia a las diversidades y situaciones límite en lo económico, que no dejan otra opción que salir de los países de origen como única alternativa de vida.
En estos casos, resultará interesante saber, por ejemplo, si los gobiernos de Cuba, Venezuela o Nicaragua (vía remota) se comprometen en Palenque a retomar procesos democráticos y de reconstrucción plural de las instituciones del Estado. O si el de México asumirá con decisión la recuperación y vigencia del estado de derecho en las regiones en donde el crimen organizado es factor de violentos desplazamientos de comunidades (como ocurre en el lugar mismo de la reunión, en Chiapas). Ante estas situaciones, como es evidente, las soluciones no son de dinero, ni de empleos.
La coyuntura regional, debido al notorio perfil de refugio de la movilidad, obliga a los Estados latinoamericanos a activar sus compromisos internacionales en materia de protección y no devolución, lo cual es particularmente necesario para México.
En la reunión, habrá también que felicitar la generosidad de Colombia con la migración y refugio de venezolanos, así como a otros países vecinos que han abierto sus puertas a nacionales de este país. Adicionalmente, será del todo relevante activar un programa especial de protección para nacionales de Haití, que viven las condiciones más severas de exclusión y carencia de alternativas en el país de origen.
Refugio, protección y no devolución, así como la referencia a normas internacionales y nacionales en la materia, deberán ser palabras de uso intenso en la reunión de Palenque, si el propósito real es construir soluciones conjuntas para una grave problemática humana compartida. De lo contrario, si el enfoque persiste en que todo se reduce a empleo y a invitar a países desarrollados a invertir en la región (o planteamientos similares), se habrá atendido una parte significativa pero no sustancial de las ¨casusas estructurales¨. Si fueran así las conclusiones, la fotografía oficial del evento de Palenque será muy vistosa, pero muy desenfocado resultará el horizonte de alternativas imaginadas.
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Profesor del PUED/UNAM. Excomisionado del INM