Los tesoros ocultos de las fusiones y adquisiciones en México
Sergio García del Bosque
Cuando se piensa en el mundo de fusiones y adquisiciones en México, es natural que los nombres de Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara resplandezcan en primer plano. Estas metrópolis, con sus grandes conglomerados y transacciones multimillonarias, tienden a capturar la mayoría de los titulares y la atención de los inversores. Sin embargo, más allá de estas grandes urbes, un vibrante mosaico de ciudades desborda potencial y oportunidades, a menudo eclipsadas pero no menos significativas.
Desde Cancún hasta Hermosillo, desde Mérida hasta Tampico, se despliega ante nosotros un panorama rico en diversidad y oportunidad. Ciudades como Chihuahua, Ciudad Juarez, Mexicali, Tijuana, Ciudad Juárez, Querétaro, Veracruz, Colima, Morelia, Zacatecas, León, entre otras, son ejemplos vivos de cómo la innovación y la tradición pueden coexistir de formas sorprendentes. En estas ciudades, no encontramos necesariamente una avalancha de mega transacciones. En cambio, son las oportunidades de mercado medio las que brillan con intensidad, representando el verdadero motor detrás de la actividad de fusiones y adquisiciones del país.
En mis últimos 15 años de carrera, recorriendo cada rincón de nuestra nación, he observado este dinamismo de cerca. He visto cómo empresas familiares, con tradiciones que se remontan a décadas, interactúan con startups disruptivas en busca de cambiar el paradigma. He atestiguado cómo estos centros urbanos menos conocidos, con su mezcla única de pasado y presente, se convierten en catalizadores de crecimiento y progreso.
El reciente auge del nearshoring ha redefinido el mapa de inversiones y relocalizaciones internacionales. A medida que las empresas buscan soluciones logísticas eficientes y cercanas a sus mercados clave, estas ciudades emergen como alternativas viables y atractivas a los destinos más tradicionales. No sólo ofrecen ventajas logísticas y de costos, sino también acceso a talento local especializado y a mercados en crecimiento.
A pesar de su potencial, estas regiones siguen siendo a menudo pasadas por alto. Quizás, en parte, debido a la percepción de que carecen de la envergadura o el atractivo de sus contrapartes más grandes. Pero es precisamente aquí donde radica la oportunidad: en el vasto mar de transacciones de tamaño mediano que, sumadas, constituyen una parte crucial de la economía mexicana.
Si queremos entender realmente la diversidad y profundidad de nuestro panorama económico, no podemos limitarnos a las transacciones titulares que acaparan la atención mediática. Debemos ir más allá, explorar esas áreas menos transitadas y reconocer el valor incalculable que ofrecen. Las oportunidades están allí, esperando a aquellos visionarios que tengan la perspicacia de reconocerlas y la audacia de aprovecharlas.
El reto, entonces, es doble. Por un lado, es esencial que las empresas y los inversores amplíen su mirada, buscando oportunidades donde otros no lo hacen. Por otro lado, las ciudades y regiones en sí mismas tienen la tarea de destacar sus fortalezas, atraer inversiones y situarse firmemente en el radar de la comunidad de fusiones y adquisiciones.
En resumen, México, en su vastedad y diversidad, ofrece un universo de oportunidades para aquellos dispuestos a explorar. Es hora de mirar más allá del horizonte obvio y sumergirse en los tesoros ocultos que nuestro país tiene para ofrecer. Porque, después de todo, el futuro de las fusiones y adquisiciones en México no se encuentran sólo en sus grandes ciudades, sino en cada rincón de esta nación.