“Quién es Quién”, el informe de los tiempos del PRI contra los críticos del régimen

Áxel Chávez

Para intentar explicar cuáles eran las “motivaciones” que llevaban a intelectuales y periodistas a asumir una postura crítica ante el gobierno, la Dirección Federal de Seguridad (DFS), órgano de espionaje y persecución política durante el régimen priista -ligado a desapariciones forzadas y otras violaciones a derechos humanos-, elaboró un informe titulado “¿Quién es quién?”.

El documento consiste en reportes realizados por agentes que se adentraban en las relaciones profesionales y en las publicaciones de estos personajes y sus vínculos con colegas del gremio periodístico y con actores de la política; además, indagaban en sus vidas privadas.

El “Quién es quién” de la DFS les resta valor al atribuirles intentos de “ataque” al gobierno a través de sus publicaciones, los desestima profesionalmente y sugiere que tenían un móvil que amenazaba al entonces presidente, el priista Miguel de la Madrid Hurtado y a otros actores de poder político, como el entonces secretario de Gobernación Manuel Bartlett Díaz, actual director de la Comisión Federal de Electricidad en el gobierno de la 4T.

La investigación de la DFS

En el expediente elaborado por este organismo sobre el periodista Miguel Ángel Granados Chapa, bajo resguardo del Archivo General de la Nación (AGN), Proceso identificó un informe sobre el origen del periódico Punto, tras la renuncia de un grupo de colaboradores de Unomásuno en desacuerdo con la dirección de Manuel Becerra Acosta.

Este rastreo al medio, que incluía una copia del acta constitutiva de la sociedad anónima Prensa Información y Ediciones, razón social a cargo de esta publicación y de la cual había accionistas como Elena Poniatowska, Benjamín Wong Castañeda, Ángeles Mastreta, Fernando Benítez y Carlos Monsiváis, incluye el apartado denominado “Quién es quién”, en el cual descalifica a cinco periodistas e intelectuales que colaboraban en Punto –Miguel Ángel Granados Chapa, Humberto Musacchio, Carlos Payán Velver, Carmen Lira Saade y Héctor Aguilar Camín– por realizar lo que el gobierno consideró “ataques” a la administración del presidente Miguel de la Madrid y a Manuel Bartlett Diaz.

Este informe fue elaborado en diciembre de 1983, cuando la Federal de Seguridad estaba a cargo de José Antonio Zorrilla Pérez, sentenciado posteriormente como autor intelectual del homicidio del periodista Manuel Buendía Tellezgirón, quien también es mencionado en los documentos elaborados sobre Punto al poseer acciones del semanario y ser articulista, mas no fue incluido en “Quién es quién”.

El crimen contra Buendía mostró la relación entre la DFS y la entonces organización más importante del narcotráfico, el Cártel de Guadalajara.

La filiación comunista, estar relacionados con políticos o movimientos revolucionarios internacionales o pertenecer a grupos de poder, fueron algunos de los “móviles” que, según el informe, explican los supuestos “ataques” a Bartlett –a quien respondía directamente la DFS– y al presidente De la Madrid.

La tendencia en estas fichas es el descrédito. Por ejemplo, los agentes de la DFS sugerían que Granados Chapa omitía información sobre un político menor porque éste presuntamente prestó un espacio público para realizar un baile de la Unión de Periodistas Democráticos (UPD).  

Granados Chapa fue parte del grupo que salió junto con Julio Scherer García, Vicente Leñero y Hero Rodríguez Toro, entre otros, de Excélsior tras la intervención de Luis Echeverría. El periodista había revelado cómo un grupo de políticos del Estado de México preparaba un rancho en Tenancingo para obsequiarlo a José López Portillo en el cierre de su mandato, lo cual obligó al jefe del Ejecutivo a renunciar a esta dádiva cuando el hidalguense publicó los pormenores en los inicios del diario Unomásuno.

“Es acomodaticio: vetó en el diario (Unomásuno) las notas relacionadas con Jorge Flores Vizcarra, delegado en Coyoacán, cuando estaba a punto de ser consignado, porque Flores le prestó a la UPD el gimnasio de la delegación para su cena baile anual”, dice “Quién es quién”, informe que llegó al escritorio de Manuel Bartlett.

Granados Chapa. Fichas de descrédito. Foto: Francisco Daniel

Al ahora director de la CFE le remarcaban en los documentos quiénes, supuestamente, se dedicaban a atacarlo.

Un caso es el de Jorge Unzueta Lorenzana, entonces jefe de Prensa de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal, a quien el informe señala, junto con Jesús Reyes Heroles, el exdiputado federal Demetrio Ruiz Malebra y el exdirector de Información de la Contraloría de la Federación Gustavo Mora Tavares, de otorgar financiamiento a Punto, aunque sin integrar evidencia para la consulta de los mandos ni dar cuenta de cómo llegaba el presunto subsidio.

De Unzueta, apunta: “es la persona que malinforma a los diversos medios de difusión, respecto a las actuaciones del Lic. MANUEL BARTLETT DIAZ, Secretario de Gobernación; sobre esta D.F.S. recibe consignas de su hermano GERARDO de los mismos apellidos, ex-Diputado Federal de la LI Legislatura, postulado por el PSUM y actual miembro de la Coordinadora de dicho Partido; anteriormente JORGE UNZUETA LORENZANA fue Subdirector de Prensa de la Cámara de Diputados”. 

De Granados Chapa, en ese informe del 19 de diciembre de 1982 que tiene escrito a mano la serie 009-042-088, los agentes recuperaron los primeros datos de un expediente que integraban sobre él desde 1962 y que para ese entonces ya sumaba 185 cuartillas, ligándolo a la “democracia cristina”, con la que simpatizó a los 21 años como estudiante de Derecho y Periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México (tenía 44 años al momento del reporte de la DFS).

“Demócrata-cristiano declarado, aunque gran simpatizante del PSUM. Su mayor plataforma de acción política, aparte de sus escritos periodísticos, es la Unión de Periodistas Democráticos, en cuyo seno fue acusado recientemente de manipular prebendas”, decía la DFS, que acusaba la supuesta “manipulación” por una estadía de dos meses en Cuba para el estudio del periodismo por parte de una de las reporteras de Unomásuno, Blance Petrich.

“Los que nacimos en aquella época, en la década de 1940 –él arranca su infancia en un barrio humilde, en la colonia Morelos–, en medio de buena familia, de buenas personas, pero también con las limitantes de esas buenas personas, habitantes de aquellos barrios, entonces resulta apenas natural que siga las enseñanzas de sus mayores y se afilie a las creencias religiosas católicas”, refiere el escritor y periodista Alfredo Rivera Flores, amigo íntimo de Granados Chapa desde su juventud en Pachuca, donde se conocieron a los 12 y 14 años en las competencias de atletismo y forjaron una relación que duró hasta el fallecimiento del autor de Plaza Pública, el 16 de octubre de 2011. 

No obstante, acota: “En las primeras ocasiones, y ya siendo estudiante universitario de dos carreras a la vez, se da tiempo para ir a las afueras de Ciudad Universitaria en este enclave religioso que propició mucho desarrollo en la cultura de los universitarios (el Movimiento Social Demócrata Cristiano), pero también que quiso llevar agua a su molino en las cuestiones religiosas. En este transitar de sus conocimientos de las aulas al centro religioso se da cuenta del atraso de la religión y se va dando cuenta con sus estudios también que es el camino de la ciencia el que va acorde con su modo de pensar”, refiere el también autor de La Sosa Nostra. Porrismo y gobierno coludidos en Hidalgo.

Para Rivera Flores, la deslegitimación que pretendió el gobierno en ese periodo al recordar el antecedente de Granados Chapa en el Movimiento Demócrata Cristiano, tiene esta explicación: “como tiene una trayectoria tan prístina, tan valiosa, tan importante, sus malquerientes no tienen elementos para mal juzgarlo, y entonces se remiten una y otra vez a los años de la democracia cristiana, que habían quedado muy en el pasado, que no habían significado nada”.

También descartó la subordinación de Granados a Reyes Heroles –como sugiere el informe– o cualquier otro político o personaje de la época. Para el también hidalguense, hay una respuesta que sintetiza: Miguel Ángel era intelectual y moralmente superior, sujeto de respeto en el periodismo y la política de aquel entonces. 

Rivera Flores. Granados Chapa, “intelectual y moralmente superior”. Foto: Marco Polo Guzmán Hernández/ Cuartoscuro

En “Quién es quién” de la DFS los agentes incluyeron, además de datos de ubicación y rutinas de los “objetivos”, presuntos aspectos de la vida privada. Todo ello, a consideración del régimen, era parte de una explicación sobre la orientación crítica de los periodistas (también fueron espiados, aunque no incluidos en este apartado al no estar relacionados con Punto, Julio Scherer García, Vicente Leñero, Alejandro Avilés, Carlos Septién García, entre otros, e intelectuales como Carlos Fuentes, Octavio Paz y Juan José Arreola).

El móvil de este “Quién es quién” es similar al que realiza Ana Elizabeth García Vilchis. Aunque en el caso de la DFS la recolección de datos provenía del espionaje, el tono en el que los informes eran presentados pretendía “descubrir” las intenciones de los autores para “atacar” al gobierno. Con ello, venía la estigmatización y el descrédito, algo similar a lo que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos afirma que actualmente realiza esta sección de “la mañanera”.

Espionaje

De Carmen Lira, directora desde 1996 del diario La Jornada –amiga cercana del hoy presidente Andrés Manuel López Obrador–, los agentes plantearon, como intento de explicación sobre su trabajo, que era militante activa del Partido Comunista Mexicano-Partido Socialista Unificado de México desde 15 años atrás y que era de “tendencia maoísta”.

Le retórica del régimen sugería un “adoctrinamiento político sindical” en Corea del Norte (Pyongyang) y Pekín, China, enviada por el PCM.

“En Pekín vivió un año y aprendió a hablar el mandarín. Habla igualmente inglés y ruso. Ingresa a Unomásuno por recomendación expresa de Carlos Payán, aunque en trabajos de célula existe una relación con la esposa de Carlos, Cristina, desde el movimiento estudiantil de 1968. En la actualidad juega un papel importante como agente de enlace para organizaciones guerrilleras izquierdistas en Guatemala y El Salvador en la ciudad de México, a quienes ayuda en la edición de propaganda”, apuntó el documento la Federal de Seguridad.

El organismo también anotó sobre la actual directora de La Jornada que “ha estado varias veces en Moscú y muchas en Nicaragua”. Era una manera de deslizar la idea de que tenía una formación ideológica antagónica al régimen del PRI.

Carmen Lira. Señalamientos ideológicos. Foto: trespuntos

El “Quién es quién” de Humberto Musacchio, a la postre autor de Historia del periodismo cultural en México (Conaculta, 2007), señala: “militante del Partido Comunista Mexicano-PSUM desde hace más de 15 años, durante mucho tiempo fue jefe de redacción de su órgano informativo El Machete. Ingresa a Unomásuno por recomendación expresa de Carlos Payán, en donde llega a ser secretario de redacción, aunque tiene ligas estrechas con Cristina Payán por trabajos partidistas efectuados en diversas células desde 1968”.

Musacchio fue un sobreviviente de la matanza de Tlatelolco. En la charla “El movimiento del 68”, parte del programa de la Feria Internacional del Libro (FIL) en el Zócalo 2019, rememoró: “Hace 51 años fui a un mitin más. Se anunció que no iba a haber marcha porque estábamos rodeados. Casi a las siete de la noche vimos unas bengalas en el cielo. Quien estaba en el micrófono pedía calma. Empezaron las detonaciones y vimos caer a los primeros compañeros. Los del Batallón Olimpia, con un guante blanco en la mano, disparaban sobre la gente, incluso sobre los soldados que empezaron a llegar al lugar”.

Siempre en la búsqueda de la deslegitimación, su ficha refiere que “se vio involucrado en una maniobra colectiva” en Unomásuno, sin que se dé cuenta de dato adicional sobre a qué se referían.

Musacchio. Buscaban deslegitimarlo. Foto: Germán Canseco

De Carlos Payan, a la postre fundador de La Jornada, fallecido el pasado 17 de marzo a los 94 años, la policía política expuso desde conexiones personales hasta parte de su rutina.

“Con su esposa Cristina, es militante activo del Partido Comunista Mexicano (hoy integrado al PSUM) desde hace muchos años. Sin experiencia en el periodismo, salvo la adquirida en Unomásuno, donde invariablemente cedió el mando y la conducción del diario a Miguel Ángel Granados Chapa en ausencia de Manuel Becerra Acosta. Come o cena varias veces por semana con Pablo Gómez, dirigente nacional del PSUM (y actual titular de la Unidad de Inteligencia Financiera), en cualquiera de las casas de ambos”, redactaron los elementos de la Federal de Seguridad.

Y añadieron: “La proporción de articulistas del PSUM respecto de los demás comentaristas del diario llegó a ser de cuatro a uno. Payán estimuló la creación de células dentro del periódico y abrió la puerta a numerosos militantes del PSUM, muchos de los cuales aún son trabajadores de planta”.

El “Quién es Quién” cierra con Héctor Aguilar Camín, de quien dice: “sin militancia partidista conocida. Historiador, investigador del Colegio de México, ingresa al diario por recomendación de Carlos Payán Velver. Se inicia como articulista y cronista en Unomásuno, a cuyo amparo hace relaciones sobre todo en la campaña electoral de Miguel de la Madrid. Estas relaciones le sirven para fundar su propio negocio editorial: la revista Nexos. Lo ayudan directamente Enrique Florescano y Alejandra Moreno Toscano”.

Aguilar Camín. Seguimiento puntual. Foto: Octavio Gómez

Posteriormente, dan cuenta de un reciente cambio de residencia, lo cual también evidencia el seguimiento en cuestiones de la vida privada de los periodistas e intelectuales de la época.

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