11M, los medios y la entrevista que nunca se difundió
Jorge Bravo
El 11 de marzo de 2004 quedó marcado en la historia de España como uno de los días más trágicos y desgarradores. Los atentados terroristas en la estación de trenes en Madrid, que cobraron la vida de 192 personas y dejaron más de mil 900 heridos, causaron una cicatriz indeleble en la memoria colectiva. Además del horror y el dolor, ese sombrío episodio puso de relieve el papel que desempeñan la comunicación política y los medios en momentos de crisis.
Desde hace varios días la conmemoración del 11M es uno de los temas de los que más se habla en España. Los espacios de debate están llenos de reflexiones y las librerías colmadas de nuevas publicaciones que analizan el suceso, incluso en el sentido de que el 11M pudo evitarse.
Como es habitual en una situación de crisis, las primeras horas tras el atentado fueron de caos e incertidumbre. Los medios se convirtieron en la principal fuente de información para la población, transmitiendo en directo las imágenes de la tragedia y las primeras reacciones de las autoridades. Su labor fue clave para informar sobre el desarrollo de los acontecimientos, contener el pánico y evitar la desinformación, sin perder de vista que entonces no había redes sociales como las conocemos.
En la mañana de aquel fatídico jueves las noticias comenzaron a inundar los medios de comunicación locales e internacionales, desde los titulares de los periódicos hasta las emisiones en directo de las estaciones de radio y cadenas de televisión. La rápida difusión de actualizaciones, aunque crucial para mantener informada a la población, planteó desafíos en cuanto a la veracidad y la precisión de los hechos y los reportes.
La cobertura fue inmediata y constante. Los periodistas trabajaron sin descanso para informar sobre las últimas noticias, las víctimas y los esfuerzos de rescate. Los medios también se convirtieron en un canal de comunicación entre las autoridades y la población transmitiendo mensajes de solidaridad y apoyo de líderes políticos y ciudadanos de todo el mundo.
El gobierno de entonces, encabezado por José María Aznar, se encontró ante una situación sin precedentes, máxime porque unos días después habría elecciones generales en el país. La gestión de la crisis y la comunicación con la ciudadanía se convirtieron en prioridades. Sin embargo, algunos aspectos de la respuesta gubernamental fueron objeto de críticas, especialmente en lo que respecta de los posibles responsables de los ataques.
El gobierno del Partido Popular (PP) fue acusado de manipular la información y de intentar culpar a la organización ETA del atentado, pese a que los indicios apuntaban hacia un terrorismo islámico y a la autoría de Al Qaeda, de Osama bin Laden. La gestión de la crisis por parte del gobierno y la forma como manejó la comunicación fueron duramente criticadas. Hoy son un ejemplo de lo que no se debe de hacer.
Veinte años después, RTVE reveló una entrevista inédita con el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y su esposa, Laura, realizada el día siguiente de los atentados en Madrid. La conversación fue inédita en muchos sentidos: la solicitó la Casa Blanca al periodista Lorenzo Milá, corresponsal en Washington. Aún más inesperado, se realizó en la embajada de España en Estados Unidos, adonde se trasladó la pareja presidencial para dar su mensaje de solidaridad al pueblo español. Increíblemente, y pese a la importancia de los mensajes y la exclusiva, la entrevista nunca se emitió en RTVE porque la censuró el medio público y se sobreentiende que el gobierno.
Además de enviar un mensaje de amor y condolencias a los españoles, Bush (que ya había enfrentado los atentados terroristas de las torres gemelas el 11S) declaró que “el pueblo de España se negará a ser intimidado”, que “los asesinos a sangre fría quieren intimidar al país”, que los atacantes “odian la libertad y odian a España”, que “nunca hay que ceder un ápice a los terroristas”. En tres ocasiones repitió que Estados Unidos quería ayudar a descubrir a los perpetradores, si lo permitía el gobierno de España.
También dijo que “las cosas van a estar bien”, que “el pueblo español tiene la suerte de tener a Aznar que entiende la guerra contra el terrorismo”, que no hay que dejar “que la especulación decida las elecciones” que se realizarían el domingo siguiente, dos días después, las cuales el PP y Aznar perdieron (pese a llevar una clara delantera) como castigo de la ciudadanía por haber mentido que fue ETA, y no Al Qaeda, el artífice de los atentados.
En la entrevista y documental transmitidos dos décadas después del 11M, se retoma al entonces embajador de España en la Unión Americana, Francisco Javier Rupérez, quien, en una conversación privada con Bush, el mismo día que concedió la entrevista y en las instalaciones de la embajada ibérica, el presidente de Estados Unidos le dijo al embajador que “mis servicios me han dicho que son otros” los atacantes y no ETA.
Al final del reportaje de RTVE, que atrajo las primeras planas de los periódicos y los telediarios de España 20 años después, en 2024, anota que el entonces director de informativos de RTVE, Alfredo Urdaci, declinó a compartir su testimonio…
La entrevista y las revelaciones, que habían permanecido enlatadas durante dos décadas generaron un revuelo mediático en España y pusieron de manifiesto la complejidad de la comunicación en tiempos de crisis. La decisión de mantener la entrevista en secreto plantea interrogantes sobre la independencia editorial, la transparencia y la gestión de la información en momentos críticos por los medios públicos.
La reflexión sobre el papel de la comunicación política y los medios en situaciones de crisis, como el 11M, sigue vigente. Los medios tienen la responsabilidad de informar de manera veraz y objetiva, sin caer en la tentación de la manipulación o la desinformación. Los líderes políticos deben ser transparentes y honestos en su comunicación, evitando la politización de una tragedia que afecta a toda la sociedad.
La verificación de los hechos y la contextualización de los acontecimientos son elementos esenciales para evitar la propagación de rumores y la desinformación. La transparencia y la honestidad son fundamentales para construir la confianza pública y garantizar una respuesta efectiva. La ocultación de información alimenta la desconfianza y el escepticismo.
El 11M nos recuerda el poder transformador de la comunicación en tiempos de adversidad. Los medios no sólo informan, también contribuyen a dar sentido a los eventos y a movilizar a la sociedad en busca de respuestas y soluciones. El 11M marcó un antes y un después en la historia de España y en la manera como los medios de comunicación y la política se relacionan en situaciones de crisis. La lección que debemos aprender es la importancia de la verdad, la transparencia y la solidaridad en momentos difíciles.
Con información de Proceso