Desaparece Salvador Rangel, el obispo que hablaba con el narco en Guerrero

Pablo Ferri

El obispo emérito de la diócesis Chilpancingo – Chilapa, Salvador Rangel, está desaparecido desde el sábado, ha confirmado este lunes la Conferencia del Episcopado Mexicano. En un comunicado divulgado en la tarde, monseñor Ramón Castro, obispo de Cuernavaca, ciudad donde reside Rangel, ha confirmado la desaparición del prelado. Sin dar detalles, Castro ha escrito que la Fiscalía de Morelos ha abierto una investigación. En redes sociales ha trascendido que Rangel desapareció cuando se trasladaba de Jiutepec, en Morelos, a Chilpancingo, la capital del Estado de Guerrero.

“La Conferencia del Episcopado manifiesta su preocupación y solicita enérgicamente a las autoridades de los tres niveles de gobierno su pronta y decidida intervención para la localización de Monseñor Rangel Mendoza”, reza el escrito de Castro. “Hacemos un llamado al Gobierno Federal, a los Gobiernos de los Estados de Morelos y Guerrero, y a las autoridades municipales correspondientes para que, en el ámbito de sus respectivas competencias, actúen de manera coordinada y eficaz a fin de traer de regreso a casa, sano y salvo, a nuestro hermano Obispo”, continúa.

Rangel es una figura destacada en la Iglesia mexicana, por su papel de mediador entre los grupos criminales de Guerrero. Durante años, el obispo emérito ha hablado con líderes criminales de diferentes puntos del Estado, tratando de atajar las crisis de violencia que han azotado su geografía. La última vez fue a principios de año, cuando medió entre Los Tlacos y Los Ardillos para detener la ola de inseguridad que atenazaba a Chilpancingo, rehén de la pelea de ambos grupos por el control de las rutas de transporte.

Por lo menos hasta entonces, Rangel era cercano al líder de Los Ardillos, Celso Ortega. En una entrevista con este diario en 2022, defendía a Ortega y Los Ardillos, que dibujaba como un grupo que actuaba de acuerdo a un código, una lógica. “Conozco a estos señores [Los Ardillos]”, decía. “Que los acusen de un secuestro. No hay. De cobro de piso. No hay. Sí, ha habido asesinatos. Y yo pido explicación, por qué. Y me las dan (…) Yo no me puedo meter, pero lo que veo es más orden, más disciplina”, añadía.

De la misma manera, Rangel ha sido muy crítico con el líder del grupo contrario, Los Tlacos, Onésimo Marquina, alias Necho. No le gustaba y hablaba mal de él abiertamente. Según su visión del conflicto en la región centro de Guerrero, Chilpancingo y la parte serrana entre la capital y la región de Tierra Caliente, Los Tlacos representaban lo poco fiable, nada que ver con Los Ardillos. Para el obispo emérito, parte de la violencia que ha sacudido la parte centro de Guerrero en los últimos dos años nace del apoyo que Los Ardillos le dieron al PRI en la última campaña electoral. Ante la victoria de Morena, Los Ardillos habrían caído en desgracia. Los Tlacos habrían tratado de aprovechar la situación y los primeros habrían contestado a sangre y fuego.

Gracias a su intervención y la de otros religiosos, caso del sacerdote Filiberto Velázquez, que dirige un centro de derechos humanos en Chilpancingo, Ardillos y Tlacos alcanzaron una tregua en enero. En una lógica de buscar pactos, otros religiosos de Guerrero, los cuatro obispos que trabajan en la entidad, trataron de que Los Tlacos y La Familia Michoacana, enfrentados en la región de Tierra Caliente y la zona serrana del centro, dejarán de batallar entre ellos. En un primer momento, esa tregua fracasó, asunto que el obispo emérito comentó ampliamente en entrevistas a diferentes medios.

En conversación con este diario en ese contexto, Rangel aseguró que andaba trabajando con los grupos criminales de la Costa Grande, al norte de Acapulco, para tratar de llegar a entendimientos parecidos. Rangel decía entonces que estaba amenazado, y llegó a asegurar que estaba “sentenciado a muerte”. El religioso no dio detalles entonces de a qué se refería.

Con información de El País

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