Revisión del TMEC, oportunidad para lograr certidumbre y visión de futuro

Orlando Pérez

El primer proceso de revisión del Tratado entre los Estados Unidos Mexicanos, los Estados Unidos de América y Canadá (T-MEC), a realizarse en 2026, ha generado nerviosismo entre los operadores económicos que utilizan el acuerdo en sus transacciones. Por ello, el principal objetivo de esta revisión conjunta debe ser garantizar la certidumbre de las reglas que regulan el comercio regional y preferencial de bienes y servicios, así como la protección a la inversión. En este contexto, mantener altos estándares para la protección efectiva de los derechos de propiedad intelectual resulta vital para que México se posicione como un socio atractivo en el contexto del nearshoring.

¿Por qué el T-MEC se debe revisar? A diferencia de cualquier otro tratado de libre comercio del que México es parte, el T-MEC contiene disposiciones particulares sobre la vigencia del tratado y la manera de mantener su funcionamiento a futuro. El párrafo 3 del artículo 34.7 señala que:

“En el sexto aniversario de la entrada en vigor de este Tratado, la Comisión se reunirá para realizar una “revisión conjunta” del funcionamiento de este Tratado, revisar cualquier recomendación de tomar medidas presentadas por una Parte y decidir sobre cualquier medida apropiada. Cada Parte puede proporcionar recomendaciones para que la Comisión tome medidas, al menos un mes antes de que tenga lugar la reunión de revisión conjunta de la Comisión.” (Énfasis propio)

México tendría que definir con claridad las modalidades de revisión conjunta y delinear temas a tratar. Esto permitirá brindar la certidumbre que debe ofrecer un tratado como el T-MEC y apuntalar el potencial de América del Norte como una región próspera y competitiva. Lo más conveniente para México, Estados Unidos y Canadá sería encauzar la revisión hacia un ejercicio que permita que el T-MEC abone a elevar continuamente la competitividad de la región y no lleve a reducir las ventajas comparativas de cada una de las Partes.

La revisión del T-MEC debe evitar erosionar las concesiones alcanzadas. Ello sería contrario al objetivo central de garantizar certidumbre legal mediante reglas previsibles para el comercio y las inversiones, incluyendo estándares apropiados para una protección efectiva de los derechos de propiedad intelectual. Además de afectar el comercio, una renegociación de compromisos y concesiones previas podría desalentar la inversión necesaria para consolidar una plataforma de producción compartida en sectores críticos como vehículos eléctricos, semiconductores y equipo médico.

La revisión no debe llevar a politizar temas que actualmente están en procedimientos de solución de controversias y que no fueron solucionados por la vía del diálogo. En la cuarta reunión de la Comisión de Libre Comercio del T-MEC , se acordó avanzar hacia la plena implementación del tratado durante los dos años siguientes. Un paso en esa dirección sería dar cabal cumplimiento a las recomendaciones que emanen de los paneles de solución de controversias, aun cuando los resultados sean adversos para alguno de los socios. Reducir la efectividad de los mecanismos de solución de disputas afectaría la credibilidad en las reglas del T-MEC e incrementaría el riesgo para los operadores económicos por la falta de certidumbre.

El proceso de revisión de 2026 representa una oportunidad para refrendar que las reglas y procedimientos del T-MEC son una fuente de prosperidad en el largo plazo. América del Norte puede convertirse en la región más dinámica del mundo pero debe de mandar señales de compromiso, seriedad, responsabilidad y predictibilidad. Hoy, las tres economías de América del Norte representan 29% del PIB global y se encuentran en los primeros lugares de recepción de Inversión Extranjera Directa. Pero no podemos ser complacientes; la revisión debe de enviar los mensajes correctos al inversionista que busca crecer en la región.

Un exitoso proceso de revisión, orientado por una visión a futuro para América del Norte, puede fortalecer la cooperación trilateral más allá del plano comercial. La relocalización de inversiones o nearshoring ha demostrado que México es un socio estratégico para Estados Unidos y Canadá de cara a una creciente competencia geopolítica. Los tres países tienen la oportunidad de convertir un proceso delicado en términos comerciales en una oportunidad para ampliar el potencial colectivo en beneficio de las y los norteamericanos.

Con información de Expansión Política

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