El mito de las becas

Gilberto Guevara Niebla

Se asume que las becas tienen un efecto benéfico para la educación, pero se trata, finalmente, de un estímulo “externo” y la experiencia nos dice que el desempeño del alumno mejora con elementos con un mejor entrenamiento de los docentes, la extensión de los horarios, las actividades complementarias y el acceso del alumno a mejores equipos y mejores materiales educativos.

Aunque hay estudios que revelan la poca eficacia de las becas, ha habido programas de becas “exitosos”. Un caso notable de becas exitosas fueron las becas “Progresa” que estableció CONEVAL en sexenios anteriores.

Las becas consistían en apoyar con recursos a los niños en condición de extrema pobreza, que estudiaban primaria y que procedían de las familias más pobres de México. El dinero se entregaba a las madres de familia y, estaba vinculado orgánicamente a dos propósitos educativos, la permanencia y el aprendizaje, además, se evaluaba año con año.

El modelo Progresa fue tan exitoso que muchos países (más de 30) decidieron apropiarse de él. Eso no impidió que el gobierno de López Obrador lo suprimiera en 2019 y lo substituyera por programas de becas desvinculadas de cualquier propósito educativo.

Las becas de AMLO tienen un marcado sentido político clientelar. Son donaciones de dinero pobremente reguladas que se entregan a los padres de familia y en esa transacción nadie rinde cuenta a nadie.

La finalidad clientelar es evidente. Lo que realmente producen esas becas es sentimientos de gratitud y admiración hacia la figura presidencial. El conceder una beca “universal” a los estudiantes de media superior donde el 50 % de alumnos provienen de familias de clase media significa alentar a las élites intelectuales y atraer, anticipadamente, el voto de los estudiantes.

No hay duda que estos programas influyeron decisivamente para que el presidente ganara mayor popularidad e influencia en las elecciones. Lo que es dudoso es que ese gasto enorme haya tenido impacto significativo en la mejora del desempeño educativo de los alumnos. Una investigación realizada en 2018 y dirigida por el investigados de Banco Mundial, Rafael de Hoyos, evaluó el impacto del programa de becas PROBEMS que benefició a millones de estudiantes de educación media superior.

De Hoyos y socios construyeron una muestra aleatoria de alumnos en 2009 que cruzaron con los resultados de la prueba ENLACE, de la misma muestra en 2013 y 2014 y pudieron demostrar que:

Sorprendentemente, las becas PROBEMS no aumentaron la tasa de graduación y tuvieron un impacto nulo sobre los niveles de logro de matemáticas y español al finalizar la EMS; todos los impactos reportados en el Gráfico 1 son, desde el punto de vista estadístico, indistinguibles de cero (De Hoyos, Nexos, mayo 2019).

Existen estudios más recientes, como el que realizó Daniel Hernández Franco del Instituto Tecnológico de Monterrey que estudió los efectos de la “beca universal” de Educación Media Superior entre 2018 y 2022 y sus efectos sobre el ingreso, la permanencia y el aprendizaje. Hernández puso en entredicho los razonamientos de sentido común sobre las becas y demostró no siempre hay acuerdo entre propósitos y resultados, que la beca universal, por ejemplo, tiene un impacto desigual y disparejo, entre los alumnos pobres y los de más recursos (Hernández F., 2023)

Hay un sólido enunciado sobre la mecánica del sistema educativo que postula que la educación escolar reproduce las desigualdades sociales. Este postulado fue consagrado con numerosos estudios, pero principalmente por la obra de Bourdieu y Passeron fue consagrado en su obra La reproducción (1968). En palabras sencillas, esa investigación demostró que las desigualdades sociales (el origen social de los alumnos) es determinante sobre la distribución del éxito y el fracaso escolar.

Este postulado es válido para evaluar los programas de becas del gobierno federal que, de hecho, se proponen romper la dinámica reproductiva de la escuela y lograr que los estudiantes de en condición de extrema pobreza obtengan buenos o mejores resultados educativos. Lamentablemente los programas de becas carecen de reglas de operación que permitan la transparencia y la evaluación de su impacto y se mantienen bajo una sombra que impide construir un juicio basado en evidencias.

Es posible, sin embargo, romper la dinámica de la reproducción social en la escuela utilizando estrategias de enseñanza para la diversidad y para remontar la determinación de lo que Pierre Bourdieu llama “el habitus”. Para ello es indispensable incorporar esas estrategias en la formación docente.

Millones de alumnos pobres requieren ayuda para alimentación, vestidos, etc. Pero no parece muy racional repartir un gran parte d los recursos limitados de educación en becas a costa de dejar de lado—como sucede actualmente— el ofrecer una excelente formación académica para docentes.

Con información de La Crónica

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