Sinaloa: mina de Santo Tomás devastará mil 172 hectáreas, “en lo alto” de Choix

Álvaro Aragón Ayala

Choix, Sin (Especial).- Aquí, en la ciudad, la moda es conversar sobre la mina de cobre de Santo Tomás de la empresa canadiense Oroco Resource Corp, ocultar la destrucción del medio ambiente, del ecosistema, que provocarán los trabajos para extraer “a cielo abierto” el metal. Entre murmullos apagados por el miedo, se comenta que para poder concretizar la extracción minera, el presidente ejecutivo de la compañía, Craig J. Dalzil y su alter ego, el presidente Ian Graham, pidieron “de favor” al gobierno federal “limpiar” la zona serrana de gavilleros y de narcotraficantes.

No es para levantar mas especulaciones de las que ya las hay, pero la llegada de los inversionistas y las reuniones que sostienen con las autoridades municipales, aquí, en la cabecera municipal, en una gestión que se atribuye al diputado priista Mario Zamora Gastélum, coincide con el asesinato de personajes señalados “por el gobierno” como generadores de violencia y de haber mantenido el “control” de las actividades ganaderas, forestales y mineras de la zona, y el trasiego de drogas, secuestros y extorsiones.

Por esa razón, es difícil que las familias profundicen en el tema de la mina de cobre Santo Tomás y que sólo repitan, con el pánico reflejado en sus rostros, lo que difunden en las redes digitales y en los periódicos los dueños del yacimiento de cobre, que se asumen como los salvadores de la crisis económica que se vive en la región, presumiendo que invertirán, allá en la sierra, 1.4 millones de dólares en los primeros ocho años del proyecto de extracción del metal. El plan es sacar todo el cobre posible en 20 o 25 años.

El proyecto cuprífero se ubica, aquí, pues, “en lo alto”. La concesión de la propiedad, en poder de los canadienses, es de por lo pronto de mil 172 hectáreas, que abarca el área de exploración inicial y la mineralización del pórfido cuprífero Norte y Sur de Santo Tomás. El yacimiento forma parte del Cinturón Laramide, una región con orientación noroeste-sureste que se extiende desde el suroeste de los Estados Unidos hasta el sur de México.

Efectivamente. Hay mucho cobre en el país. Sin embargo, la empresa Oroco Resource Corp, solo tiene entre sus planes excavar “a cielo abierto”, destruir con todo flora y fauna, mil 171 hectáreas ecológicamente vírgenes. La riqueza se la llevarán los canadienses. Aquí, en el municipio, dejarán algunas pequeñas obras “humanistas”, para apagar las quejas de las familias o los ambientalistas y ecologistas que se atrevan a alzar la voz. El argumento para justificar la destrucción ambiental es que se generan “muchos” empleos.

Los dos tipos más comunes de mineral de cobre son el óxido de cobre y el sulfuro de cobre. Debido a sus diferentes composiciones químicas, requieren distintos tipos de procesamiento. Sin embargo, ambos se extraen mediante minería a “cielo abierto”, que, como su nombre indica, implica la excavación de un pozo grande y profundo. Esto también puede requerir explosivos. El sulfuro de cobre es el tipo más puro y rentable.

Los productos químicos tóxicos asociados con la minería del cobre tienen un impacto significativo en el medio ambiente y las comunidades locales. La minería de sulfuro de cobre libera diversas sustancias químicas al ecosistema circundante, como mercurio, plomo y sulfatos. Cuando se abandona el equipo minero en las minas, los PCB dañinos también pueden filtrarse al agua.

Además del daño ambiental inmediato que conlleva la minería de cobre, existe contaminación tóxica adicional causada por el procesamiento del mineral de cobre. El proceso de fundición del cobre produce dióxido de azufre, un contaminante conocido que acidifica aún más el suelo y el agua. La escoria, el residuo de la refinación del cobre, también puede filtrar sustancias químicas a las aguas subterráneas. Esto demuestra que el daño ambiental causado por la minería de cobre continúa mucho después de su extracción.

Pero no hay que adelantar vísperas. Faltan algunos “detalles” para arrancar con el proyecto Santo Tomás. En la gestión para salvar obstáculos los inversionistas canadienses son apoyados por Mario Zamora Gastélum, quien cabildea para que el gobierno del Estado abra las puertas a los extranjeros y difunda las “bondades” que para la región traerá la operación de la compañía minera.

Incluso, la alcaldesa Yoneida Gámez Vázquez, ya lució ante los inversionistas el rostro de la “pacificación” de la zona serrana y los acompaño, junto con Mario Zamora, en un recorrido por las tierras serranas que se convertirá en un gigantesco hoyo. En esa travesía fue acompañada también por el secretario de Economía de Sinaloa, Ricardo Velarde Cárdenas; el Director de Minería estatal, Omar Juan Núñez; el presidente de CODESIN Zona Norte, Eduardo Arámbula; así como el presidente de Oroco, Ian Graham, y el director general de operaciones, Ubaldo Trevizo Ledezma.

ELECTRICIDAD, CAMINOS Y AGUA  PARA LA EXPLOTACIÓN MINERA

De acuerdo a los datos de la empresa Oroco Resource Corp, se accede al yacimiento Santo Tomás a por una carretera pavimentada de 169 km desde el Puerto de Topolobampo, en el Océano Pacífico, que pasa por Los Mochis y se extiende hasta Choix, al norte. Se construirá una nueva carretera, que se derivará de una ruta existente que atraviesa Cajón de Cancio y Rancho La Soledad, para brindar acceso directo al sitio de Santo Tomás.

El suministro eléctrico del proyecto se realizará mediante una línea de transmisión de alta tensión cercana de 230 kVA conectada a la central hidroeléctrica de Huites. Se propone instalar una nueva línea de suministro eléctrico que se dirigirá a una nueva subestación en el emplazamiento del proyecto.

Se propone cubrir las necesidades de agua mediante la captación de agua subterránea de un campo de pozos en un radio de 25 km de la planta. Se requerirán 12 pozos para cada fase del proyecto, con el apoyo de tres estaciones de bombeo.

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