Seguridad hídrica en México
Mariana González Araujo
Sequía, lluvias torrenciales y hasta huracanes. La diversidad de fenómenos climáticos que enfrentamos hoy día, asemeja sucesos contradictorios, mientras que en algunos se presenta el agua como elemento escaso, en otros se manifiesta abundante. Entonces, ¿el problema es de escasez o de abundancia?
En términos generales, el término escasez ocupó hace algunos años más atención. Por ejemplo, podemos recordar la información que compartía en el año 2022 la NASA, cuando visibilizó el estado de las presas en territorio mexicano. Compartía, en el mes de junio, que dos tercios de estas, se encontraban en condiciones de sequía lo que se traducía en un impacto a más de 21 millones de personas.
La presa Cerro Prieto, cerca de Guadalupe, Nuevo León, alcanzó una mención especial. Su embalse suministraba a la segunda área metropolitana más grande de México, Monterrey. La ausencia de agua en la presa provocó que se declarara estado de emergencia por parte de CONAGUA, pidiendo la reasignación de recursos en los sectores industrial y agrícola para que pudiera abastecerse el uso doméstico.
Sobre esta situación, en un artículo de la Universidad Autónoma de Nuevo León, titulado el Día Cero en el Área Metropolitana de Monterrey, se consideraron como causas principales: la sobreexplotación del acuífero, la pérdida del agua captada de la lluvia, la pérdida de los sistemas naturales que abastecen las presas (principalmente por el aumento de desarrollo urbano), así como la desigualdad entre la distribución del agua entre el sector productivo y la población en general.
Las pérdidas que se mencionan, tanto de captación pluvial como de los sistemas naturales, están directamente relacionadas con el sistema de abastecimiento, pues ahora las lluvias torrenciales serán cada vez más comunes y aunque en el futuro se esperan menos episodios de lluvias, cuando estos sucedan serán más intensos, es decir, habrá más lluvia y si no hay donde almacenarla, simplemente se seguirá perdiendo en inundaciones o deslaves.
Por ello, ahora hablemos de la abundancia. Sobre las lluvias torrenciales, el Programa de Investigación de Cambio Climático de la UNAM, comparte diferentes escenarios, en los que se espera que los patrones de precipitación se vuelvan más extremos, especialmente en aquellos donde se contemplan mayores emisiones de gases de efecto invernadero.
Para la Ciudad de México, comparten que podría reducirse hasta un 5 por ciento la precipitación anual en el sistema Cutzamala para 2050, mientras que, para los estados del norte, se esperan reducciones hasta del 60 por ciento en el caudal de los ríos. Lo que supone un riesgo también para la seguridad alimentaria.
En suma, el problema no es la escasez o la abundancia. El agua no es el problema. El tema es nuestra falta de una gestión integral del recurso donde se considere una inversión estratégica para resguardar los embalses, para cuando estos sean necesarios. Especialmente en los periodos donde aumenta la temperatura y se puedan prevenir contextos de Día Cero. La clave, es priorizar la seguridad hídrica en México.
Estudiante del Doctorado en Seguridad Internacional
