El misterio del dinero inexistente en los bancos
Eréndira Yaretni Mendoza
El sistema financiero es un laberinto de transacciones, inversiones y fenómenos que desafían la lógica. Uno de estos sucesos es el dinero inexistente en los bancos. Suena como una contradicción, ¿cómo puede haber dinero que no existe? Sin embargo, al profundizar en el funcionamiento interno de las instituciones financieras, se revela que la economía puede tener dinero real o ficticio.
Este enigma se encuentra en el proceso de la creación de dinero bancario, una práctica que permite a los bancos generar dinero, prácticamente de la nada. Para entender este fenómeno, es esencial comprender el término de reservas fraccionarias, el principio sobre el cual se basa gran parte del sistema financiero moderno.
En el sistema financiero actual, la creación de dinero no es una prerrogativa exclusiva de las autoridades gubernamentales. De hecho, los bancos comerciales tienen el poder de generar nuevo dinero cuando otorgan préstamos. Este proceso puede resultar desconcertante para muchos, ya que implica que el dinero que circula en la economía tiene una base más frágil de lo que comúnmente se cree.
Cuando depositamos dinero en un banco, la percepción natural es que nuestro efectivo se almacena en algún lugar, como una bóveda segura. No obstante, la realidad es otra. Los bancos están autorizados a retener solo una fracción de los depósitos en efectivo, conocida como reserva fraccionaria. Este porcentaje varía según las regulaciones y políticas locales.
La magia ocurre cuando alguien solicita un préstamo. El banco, haciendo uso del principio de reservas fraccionarias, no necesita tener la cantidad total del préstamo en sus reservas. En cambio, pueden crear dinero de la nada mediante la emisión de crédito. Esta es la esencia del dinero inexistente, es simplemente un número en una pantalla que representa una deuda pendiente. Como si solo fuera dinero virtual.
Cuando un individuo solicita un préstamo a un banco, este no toma el dinero de los depósitos existentes para otorgar el préstamo. En cambio, simplemente crea una nueva entrada en su libro de cuentas, aumentando simultáneamente el saldo de la cuenta del prestatario y el activo del banco. Esta capacidad de crear dinero de la nada se basa en la confianza de que el prestatario devolverá el préstamo.
Veámoslo con un ejemplo, imaginemos que Juan deposita 1,000 pesos en su cuenta bancaria. Según las regulaciones de reserva fraccionaria, el banco debe retener solo un porcentaje de este monto, digamos el 10%. Esto significa que el banco mantiene 100 pesos en reservas y está libre para prestar los 900 pesos restantes. Ahora, supongamos que María solicita un préstamo de 900 pesos, que el banco aprueba.
En este punto, el dinero inexistente se crea. El banco no transfiere los 900 pesos a la cuenta de María en forma de efectivo; más bien, simplemente agrega 900 pesos a su saldo. Ahora, tanto Juan como María creen que tienen 1,000 pesos y 900 pesos, respectivamente, en sus cuentas, pero en realidad, solo existen 1,000 pesos en efectivo. El dinero inexistente es la diferencia entre los depósitos y las reservas reales.
Aunque la creación monetaria es esencial para fomentar la actividad económica y el crecimiento, también conlleva riesgos. En un ciclo típico, el dinero creado se deposita en el sistema bancario, permitiendo la creación de más préstamos y, por ende, más dinero. Este ciclo puede impulsar el crecimiento económico, pero también aumenta la exposición a posibles crisis financieras.
Cuando la confianza en la devolución de los préstamos disminuye, como ocurrió durante la crisis financiera de 2008, se produce una retracción en la creación monetaria; esto implica que los bancos tienden a otorgar menos préstamos. A medida que la deuda global aumenta, el sistema está alcanzando sus límites. La preocupación radica en la capacidad de los prestatarios para cumplir con sus obligaciones, especialmente cuando los niveles de endeudamiento son tan altos.
Además, la creación monetaria puede generar desigualdades económicas. Aquellos que tienen acceso al crédito se benefician de la creación de dinero, mientras que aquellos que no pueden acceder a préstamos se quedan rezagados. Por ejemplo, el uso del crédito de una tarjeta no solo proporciona la conveniencia de mantener la liquidez inmediata sin necesidad de cargar efectivo, sino que también permite aprovechar el dinero ajeno de manera estratégica.
Ademas, este fenómeno de dinero inexistente plantea diversas implicaciones. Por un lado, la creación de dinero bancario impulsa la actividad económica al facilitar la disponibilidad de crédito. Esto puede estimular la inversión y el gasto, impulsando el crecimiento económico.
Sin embargo, el dinero inexistente crea una ilusión de riqueza y contribuye a la desigualdad económica, ya que aquellos que pueden acceder fácilmente al crédito tienden a beneficiarse más. Como en el caso de las instituciones financieras, surge la pregunta de si ¿es justo que los bancos creen dinero de la nada y cobren intereses por él?
El fenómeno de dinero inexistente revela la complejidad y dinamismo del sistema financiero moderno. El desafío actual reside en encontrar un equilibrio que garantice la sostenibilidad del sistema y aborde las crecientes complejidades del entorno económico global, lo que lleva a preguntarnos ¿en realidad, cuánto de mi dinero guardado en el banco es tangible y cuánto es simplemente una cifra digital en un sistema? ¿Mi confianza en el valor de mi dinero se basa en la cantidad física respaldada por el banco o en la creación de dinero virtual?
Esta opinión refleja la necesidad de comprender la importancia de la confianza en el valor de nuestro dinero. La pregunta sobre la tangibilidad de nuestro dinero resalta la transición hacia una era donde la representación digital y la confianza en las instituciones financieras desempeñan un papel central en la definición y la estabilidad de nuestra moneda.
Con información de Expansión