¿Qué puede salir mal?

Arturo Espinosa Silis

Una elección DEMOCRÁTICA conlleva un proceso que se compone por una serie de etapas y cientos de actos que son necesarios para el éxito de los comicios.

La preparación de una elección implica desde tener claras y definidas con antelación las reglas del juego, lo cual constituye una premisa básica, hasta contar con los recursos humanos y económicos suficientes para poder llevar a cabo el proceso electivo.

A lo largo de las diferentes etapas para organizar los comicios se llevan a cabo cientos de actividades que se realizan durante la etapa electoral, e incluso algunas de ellas de manera previa. Por mencionar ciertas actividades que son fundamentales: la revisión y definición de la geografía electoral, la conformación e instalación de los órganos electorales que abarcan la totalidad de la geografía electoral, la capacitación de quienes estarán en las calles buscando a las y los funcionarios de casilla, y que a su vez los van a capacitar para que el día de la jornada electoral puedan desempeñar su función, el diseño e impresión de los materiales y la documentación electoral (las mamparas en las que votamos, las diferentes actas en las que se da cuenta de lo acontecido el día de la jornada electoral, y por supuesto las boletas electorales), la organización de debates, la previsión del voto desde el extranjero, la administración de los tiempos de radio y televisión, el conteo de votos y la difusión de resultados, y desde luego la promoción de la participación ciudadana y el voto, lo cual constituye uno de los factores de legitimación más importante.

Esta elección es inédita, pues será la primera vez que tengamos la posibilidad de elegir a los jueces y juezas del país, y además por sus dimensiones es única en el mundo. En septiembre de este año, con la reforma constitucional recién aprobada y todavía sin reglas claras, el INE declaró el inicio del proceso electoral, sin tener garantizado el presupuesto necesario, sin contar con la estructura humana suficiente y con más interrogantes que certezas, a lo que se sumó la ola de controversias jurídicas que ordenan la suspensión del proceso. Bajo este escenario, la autoridad electoral tiene el enorme reto de organizar una elección contra reloj y sin los recursos suficientes.

Además, nos piden participar sin tener claridad sobre cómo será la campaña, qué tipo de recursos podrán usar los candidatos y candidatas, cómo será la boleta electoral y cómo se contarán los votos y anunciarán los resultados. Con criterios sumamente discrecionales para elegir a los diferentes perfiles, bajo lógicas más políticas que jurídicas, tendremos una elección que pretende ser democrática y cuyos resultados impactarán directamente en el acceso y la impartición de judicial.

En estas condiciones, ¿qué podría salir mal?

Con información de Expansión Política

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