¿Le pedimos refuerzos a Trump?

Juan Manuel Asai
La semana arrancó con la publicación reiterada del numerito de los distraídos de la plancha del Zócalo. Un grupo de morenistas notables, entre ellos ex corcholatas, que estaban posando para una foto con Andy, mientras que detrás de ellos la presidenta Sheinbaum apuraba el paso para subir al templete. Ellos estaban en babia y la mandataria caminó aprisa para no detenerse a saludarlos.
Fue un momento incómodo pero ilustrativo. Muchos de los mandos morenistas, comenzando por los coordinadores en el Senado y San Lázaro, no ven a Sheinbaum como su jefa política y es que el puesto que tienen no se lo deben a ella sino a López Obrador que diseñó el proceso interno de Morena. Para evitar fracturas dio la orden de que nadie se fuera a casa con las manos vacías y por eso ahí siguen jugando su propio juego. Con el tiempo es probable que la presidenta pueda poner al frente de las Cámaras a gente en la que confíe, por ahora no, los que están andan distraídos llevando agua a su molino.
No es que sea una sorpresa, se sabía, pero las imágenes del Zócalo lo ilustraron de forma irrebatible. Hay un dato que nadie puede perder de vista: Claudia Sheinbaum pidió que su iniciativa contra el nepotismo comenzara a operar en el 2027. Adán Augusto y Monreal la pasaron, de sus pistolas, para el 2030. Más turbio ni el agua empantanada.
La semana pasó de los distraídos a los desaparecidos como resultado del macabro hallazgo en el rancho Izaguirre de cientos de prendas de vestir que pertenecieron a desdichados hombres y mujeres que fueron despojados de sus prendas antes de convertir sus cuerpos en cenizas. Esos sitios de exterminio, con hornos crematorios artesanales, funcionaron por años antes de que alguna autoridad reparara en ellos. Incompetencia, abulia, corrupción, o todo junto, pero el hecho es que las bandas del crimen organizado pueden reclutar de manera forzada a cientos de personas y deshacerse de los cuerpos de los que ya no le sirven sin que ninguna autoridad meta las manos. Es un escándalo.
El caso del Rancho Izaguirre, campo de exterminio y centro de entrenamiento, generó indignación. Ojalá que esto obligue a las autoridades de los tres niveles de gobierno a estar, o intentar estarlo, a la altura del desafío. Ojalá que a nadie se le ocurra pedir para el Mencho y sus hienas abrazos, no balazos. Las personas cuya ropa se ha exhibido en diversos medios forman parte de una masa de desaparecidos que es uno de los temas más incómodos para autoridades de todos los niveles que batallan para desaparecer a los desaparecidos para que no engrosen la cifra de homicidios dolosos.
Los desparecidos pueden aparecer, y así no los incluyen en los asesinatos. El hecho es que hay docenas de miles de desaparecidos en el país y varios de ellos pueden haber visto, antes de morir, un centro de exterminio.
Lo relevante desde el punto de vista político es que esas imágenes dantescas conducen a la pregunta: ¿Podemos solos con el paquete de la inseguridad o necesitamos ayuda del exterior? Donald Trump y su parvada de halcones casi analfabetas están más que listos para mandar soldados. Lo verdaderamente grave es que hay un número creciente de mexicanos que sí quieren ayuda foránea, y que le harían valla a los Boinas Verdes, sobre todo después de escuchar declaraciones de funcionarios que en un alarde de irresponsabilidad y flojera dijeron que no revisaron bien el rancho porque es un lugar grandote. Si no quieren esa chamba para qué se alquilan, busquen otra donde no tengan que esforzarse tanto.
Con información de La Crónica