Las putas tristes del diputado Mario Zamora

Álvaro Aragón Ayala
Puta es una palabra abusiva y discriminatoria, y el término cortesana, es un eufemismo -expresión dura o desagradable- que se usa para referirse a una amante a la que se le paga, y en particular a una con clientes ricos, poderosos o influyentes. La entonación más manoseada para degradar a una mujer, no es la de trabajadora sexual, sino el de prostituta. Sin rayar en insulto, el diputado federal Mario Zamora Gastélum tocó el tema de los derechos de las meretrices y escandalizó a los miembros de la Vela Perpetua que desfilan con botarga de seres inmaculados con las esferas de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
La puesta en los reflectores nacionales de la agenda de la prostitución y su regulación, por llamarle de algún modo, explotó la pregunta ¿por qué se osa mover las aguas de tan escabroso tema?, interrogante que impactó a los sementales del Poder que le dan rienda suelta sus instintos carnales y lujuriosos constituyendo verdaderos harem en los ayuntamientos o en algunas oficinas del Poder Estatal o Federal, con cargo inequívoco al erario, con figuras femeninas que empotran en cargos públicos de importancia, y a las que nadie se atreve a criticar por temor a desencadenar demandas por violencia de género y difamación.
Sin embargo, el mundillo político pervertido, no tiene nada de qué preocuparse ni espantarse. El diputado Mario Zamora, venido de una familia de prosapia religiosa, si bien propuso en el Congreso Federal regularizar y dar reconocimiento legal a trabajo sexual, no se refirió a las prostitutas de la élite política, no a las cortesanas del Poder, sino a las de abajo, las putas de callejón o de la esquina, de los antros, de las casas de cita o las que laboran bajo “contratos” arreglados por las plataformas digitales
El legislador originario de Los Mochis canalizó al Poder Legislativo una iniciativa de ley que pretende incorporar un nuevo capítulo en la Ley Federal del Trabajo, específicamente dentro del Título Sexto dedicado a “Trabajos Especiales”. Es decir, trata de establecer un marco legal que reconozca esta actividad como lícita, voluntaria y no asalariada, y legitimar el trabajo sexual y humanizando el trato de los gobiernos federal, estatal y municipal hacia las mujeres “de la vida galante”.
El planteamiento de Mario Zamora incluye los artículos 353-V, 353-X y 353-Y bajo un nuevo Capítulo XVIII, titulado “Trabajo Sexual” y define esta labor como la prestación consensuada de servicios sexuales, eróticos o de acompañamiento a cambio de una remuneración. De ser aprobada, esta iniciativa otorgaría acceso a seguridad social, revisiones médicas periódicas y mecanismos legales de protección a miles de personas que hoy trabajan en condiciones de total informalidad.
Natalia Lane, trabajadora sexual en la Ciudad de México, en su artículo “La lucha laboral de las putas”, publicado por la revista NEXOS, expuso que “las putas hemos despertado epistémica y políticamente. Nuestras preocupaciones no se centran en si dejaremos o no el trabajo sexual. Porque el hambre es canija y hay cuentas que pagar, hijos que mantener, proyectos de vida y sueños que construir. La discusión está en cómo queremos llegar a la vejez las que han dedicado toda su vida a esta chamba y hoy ni siquiera pueden jubilarse de forma justa”.
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El abordaje de Mario Zamora no es novelesco, no trata de replicar o encarnar, de ninguna manera, al personaje central del libro “Memorias de mis putas tristes” del galardonado Gabriel García Márquez, ni buscar por asomo más privilegios de Poder para las cortesanas, esas que presumen “calenturas” con alcaldes, diputados locales o federales o secretarios de Estado y otros tipos de políticos, sino de hacerle justicia a las prostitutas tristes y marginadas del propio legislador federal, que incluso, sin temor a desencadenar la ira de la Iglesia Católica, planteó los desafíos y la resiliencia del trabajo sexual en la tribuna del Congreso Federal.
Con esta reforma, el legislador busca saldar una deuda histórica. “La ley ha ignorado a estas mujeres por demasiado tiempo. Es hora de reconocer su trabajo y brindarles los derechos que todo ciudadano merece”, expresó, el diputado federal que incluyó en su iniciativa la posibilidad de contrataciones formales en casos específicos, como servicios en bares o contratos mayores a tres meses, y la promoción de campañas de sensibilización para reducir el estigma que persiste en torno a esta ocupación. “La regulación no pretende legitimar el abuso, sino ofrecer garantías a quienes han sido ignorados por la ley”, puntualizó.
Hay entonces una realidad concreta. Y otra más, las de ciertas damas “ligeras” que no requieren de la protección de la Ley Federal de Trabajo porque algunas, no todas, quizá la minoría discapacitada mentalmente y con cuerpos de diosas, comparten chabacanamente el Poder con sus jefes o “padrinos”, emergiendo como un Poder Alterno o el Poder abajo de las Sábanas dentro de un especto reprobable que va del ingenio lúdico a lo grotesco. Mario Zamora no sumó, pues, a su iniciativa la expresión cortesana, que aborda otros estatus de la prostitución….