Guardia Nacional no endereza jorobados
Juan Manuel Asai
La presencia de la Guardia Nacional no ayuda a que funcione mejor el Metro y tampoco sostiene la candidatura presidencial de Claudia Sheinbaum. Como no sirve ni para una cosa ni para la otra lo mejor es que salga del Metro y se dedique a las tareas para las que fue creada. Estamos ante un error de grandes proporciones.
El promedio de bateo del presidente cayó desde hace meses en un bache y nada más no levanta. Hay errores pequeños, pero otros realmente graves, como ese enviar seis mil efectivos de la Guardia Nacional pues pone a este cuerpo militar ante un desgaste completamente innecesario que puede costarle caro en su relación con el pueblo a quien debe proteger.
Ya cuidan al Metro cinco mil policías, que son muchísimos. Si hay indicios de sabotaje lo que se necesita es un grupo de investigadores encubiertos, cámaras de seguridad en los talleres, recorridos sorpresa en las estaciones, muchísimas otras opciones que no metan a la Guardia donde no le corresponde.
¿Los mandos de la Guardia y sus jefes en el Ejército no pueden hacerle notar al presidente cuando mete la pata? Lo pueden hacer con delicadeza, con el respeto total a su comandante, pero no aceptar cualquier decisión. Disciplina y sumisión no son sinónimos. No lo son.
En términos reales, el mensaje enviado es que el presidente está dispuesto a usar al Ejército para proteger la candidatura presidencial de Claudia. Suena espantoso. Se saltó un montón de etapas. Tuvimos que llegar a este extremo para que arrancara una serie de encuentros de la jefa de Gobierno con los trabajadores del Metro. Para eso existe la política.
Es responsabilidad de la jefa de Gobierno y de su equipo, comenzando por el señor Martí Batres, construir una relación funcional con grupos estratégicos para la ciudad como los del Metro. De eso se trata su chamba. No digo que acepten que se equivocaron, eso sería demasiado, pero hay que cuidar a la Guardia Nacional y mantenerla alejada de los caprichos políticos.
Coahuila ¿la última encuesta?
¿Y si en la encuesta nacional para elegir candidato presidencial de Morena dos o tres aspirantes prominentes se inconforman con el resultado y buscan competir bajo otras siglas, justo como está ocurriendo en Coahuila?
En ese estado la coalición gobernante se rompió. Morena, PVEM y PT tienen cada uno su propio candidato, mientras que la alianza Va por México tendrá solo un candidato. Eso no quiere decir que ya el arroz se coció y que el PRI se quedará seis años más en el gobierno estatal.
Quiere decir que el método de la encuesta tiene fallas, puntos vulnerables que pueden dar al traste con el objetivo político del gobierno de extender el mandato de la 4T por lo menos otros seis años. Morena tiene dos opciones: o ajusta el método para que no solo se mida popularidad y conducir las respuestas hacia dónde quiere el gobierno o simplemente cambian de método y recurren a otro que tenga menos riesgos de operación.
El subsecretario Mejía puede ganar y seguir siendo aliado de la 4T, pero también puede ser el principio del fin de Morena que podría terminar siendo un ave de paso en el quehacer político nacional.
Todo mundo en Coahuila sabía, antes de la encuesta, que el senador Guadiana era el más conocido. Años en el quehacer político local y su, digamos, peculiar personalidad, hace que todos lo identifiquen. Si no lo querían de candidato tendrían que haber aplicado otro tipo de encuesta. Como las campañas apenas arrancan cualquier cosa puede pasar y nadie está derrotado de ante mano, ni nadie tiene el triunfo en el bolsillo, pero es indudable que el método de la encuesta falló.