Il gran rifiuto
Javier Sicilia
La frase, que en español significa “la gran renuncia”, pertenece a un verso del canto III del infierno, donde, según Dante, están los cobardes. Alude a un hombre que, al parecer, el poeta conoce. Retomo la traducción de Bartolomé Mitre: “Luego que algunos hube señalado,/ la sombra vi del que cobardemente/ la gran renuncia hiciera de su estado”. Su nombre, sin embargo, se ha perdido. Los especialistas han querido ver en él a Celestino V, el Papa que renunció al pontificado en el siglo XIII. Otros a Esaú, que cambió su primogenitura por un plato de lentejas. Otros más a Poncio Pilato. Sea quien sea, el verso se refiere a lo que la teología llama recusatio: “rechazo indigno de algo que está en nuestras manos hacer”.
La posición que Cuauhtémoc Cárdenas asumió durante la presentación que el Colectivo por México hizo a finales de enero para difundir el esbozo de un proyecto alternativo de nación y un espléndido artículo de José Antonio Crespo, “Cárdenas: oportunidad perdida” (El Universal, 8 de febrero), me lo recordaron.
En su artículo, Crespo rememora el valor de Cárdenas al formar la Corriente Democrática en 1986, romper con el PRI en 87 y, arropado por el FND, lanzar en el 88 su candidatura a la Presidencia. Para Crespo, con aquellas elecciones, que llevaron al PRI a realizar un gran fraude, se inició también la apertura “que llevó a la transformación del régimen en uno de pluripartidismo con democracia electoral (la verdadera 4 Transformación de la historia)”. Nos recuerda, luego, que en 2000, después de que el ingeniero volvió a perder por tercera vez la presidencia y AMLO se hizo de la representación de la capital del país, el actual presidente de la República fue desplazando el liderazgo de Cárdenas y traicionando los principios democráticos del FND y del PRD. Mientras Cárdenas tomaba una tibia distancia del partido, asumiendo puestos marginales y escribiendo propuestas de hacia dónde debería ir México, AMLO avanzaba de manera autoritaria.
Veintitrés años después, el anuncio de su reaparición con el Colectivo por México creó la expectativa de que Cárdenas estaba de regreso. Crespo, como muchos, creyó que era la oportunidad del ingeniero para “reivindicar su proyecto original frente a las distorsiones de AMLO” y decirle que “quienes hoy gobiernan fueron quienes le arrebataron su triunfo en 1988 (Bartlett para empezar y el propio AMLO, quien estando aún en el PRI neoliberal nada dijo sobre el fraude)”. No lo hizo. Lejos de ello, “Cárdenas fingió haber sido sorprendido por #Mexicocolectivo y casi casi ofrece disculpas al presidente por su ‘descuido’”, avalando así, contra él mismo y la nación, el autoritarismo de AMLO.
Crespo tiene razón. En lo que se equivoca es que allí Cárdenas perdió “la gran oportunidad”. Il gran rifiuto del ingeniero está en 1988, cuando a raíz del fraude electoral no llamó a la resistencia civil. Muchos la esperábamos. Pero Cárdenas reculó. Más tarde supe que lo hizo “para evitar un baño de sangre”. En realidad lo pospuso: los crímenes del salinismo fueron el preludio de la tragedia humanitaria que iniciaría con el gobierno de Calderón y se agravaría con el peñanietismo y el obradorismo.
La recusiato del ingeniero, no es la de la cobardía –Cárdenas no lo es; lo demostró en 1986; tampoco Celestino V–, sino la de la excesiva prudencia. Hombre de instituciones, el ingeniero no quiso tomarlas y limpiarlas de corruptos, criminales, arribistas y megalómanos para hacerlas funcionar; no quiso asumirlo para reformarlo. Su exagerada prudencia, lo hizo retraerse. El “no” del 88 sería desde entonces una constante en él. Recuerdo, en este sentido, la primera marcha por los 43 de Ayotzinapa. Yo había tomado mi lugar con lo que quedaba del MPJD. Alguien me llamó preguntándome si Cárdenas podía caminar a nuestro lado. Dije sí. Siempre he querido al ingeniero. Su bondad me es una fuente de alegría. Mientras avanzábamos por Reforma, muchos le gritaban improperios. “No entiendo –le dije– por qué no renunció esta mañana al PRD. No lo estarían insultando. Estaría encabezando la indignación”. No me respondió. Siguió avanzando imperturbable al lado de Adolfo Gilly y Salvador Nava, que lo acompañaban. Al final, los imbéciles lo apedrearon. Renunciaría un mes después sin rearticular la reserva moral que lo acompañó en 88.
Contra lo que Crespo y muchos piensan, “la oportunidad perdida” de Cárdenas no está en la abjuración al Colectivo por México (controlado desde cúpulas partidistas y manipulado por Delgado, un Dante pequeño, el colectivo nació muerto; Delgado sabía con antelación que Cárdenas no iría y guardó silencio obligándolo a una retractación indigna), sino en il gran rifiuto del 88. Lo demás es su reincidencia. Cárdenas nos debe la democracia; Fox, la transición que el “no” del ingeniero hizo posible, según Crespo. Al decirlo, recuerdo con tristeza el poema que Cavafis escribió sobre el verso de Alighieri, Che fece … il gran rifiuto. Cito la versión de Cayetano Cantú: “Para algunos el día llega/ en que se tiene que dar el gran “SÍ” o el gran “NO”//Quien tiene el “SÍ” dispuesto/ sobresale de inmediato y entra/ al glorioso camino de sus convicciones./ El que rehúsa nunca se arrepiente;/ si de nuevo le preguntan, repetirá: “NO”;/ y sin embargo, ese “NO” es la derrota de su vida”.
Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, detener la guerra, liberar a todos los presos políticos, hacer justicia a las víctimas de la violencia, juzgar a gobernadores y funcionarios criminales, esclarecer el asesinato de Samir Flores, la masacre de los Le Barón, detener los megaproyectos y devolverle la gobernabilidad a México.