Redes de Macrocriminalidad
Javier Santiago Castillo
Las redes de macrocriminalidad son un fenómeno social de larga historia. Pero desde la perspectiva de las ciencias sociales, la teoría de las redes sociales es un producto multidisciplinario. La antropología, psicología, sociología y las matemáticas están en su origen, en la década de los años treinta del siglo pasado. Hasta recientemente esta teoría se ha inmiscuido en la ciencia política, para analizar a la delincuencia organizada como una red de macrocriminalidad y, en consecuencia, como un fenómeno articulado al poder político.
Las Redes Sociales se definen “como un conjunto bien delimitado de actores —individuos, grupos, comunidades, sociedades globales, etc., vinculados unos a otros a través de una relación o un conjunto de relaciones sociales.” La macrocriminalidad es la forma en que se conforman los grupos de la delincuencia organizada. Para que se presente el fenómeno de las redes de macrocriminalidad se requiere que estén conformadas con la participación de integrantes de al menos tres estructuras: gobierno, empresarios y crimen organizado. En el caso de nuestro país agregaría a la iglesia.
La macrocriminalidad se refiere a las redes criminales que operan a gran escala, con conexiones políticas, económicas y sociales, y que cometen delitos graves que afectan a los derechos humanos, el medio ambiente, la democracia y el Estado de Derecho. Son un fenómeno complejo y requiere de un análisis multidisciplinario para comprenderlos.
La macrocriminalidad tiene diversas expresiones delincuenciales: el narcotráfico, la trata de personas, las desapariciones forzadas, los homicidios, las extorsiones, los ilícitos electorales, la corrupción y la impunidad. Estos delitos tienen un impacto negativo en la seguridad, la justicia, el desarrollo y el bienestar de la población.
Las redes macrocriminalidad en México se caracteriza por las siguientes dimensiones:
1. Histórica. Se han estructurado a partir de la consolidación del régimen autoritario producto de la revolución de 1910. Los organismos creados para reprimir a la disidencia política tempranamente se convirtieron en eje esencial de la evolución de la delincuencia organizada.
2. Cualitativa. A diferencia de otros países en México la delincuencia organizada es un fenómeno que se desarrolla bajo el cobijo y participación del Estado. No nace como un agente externo al Estado y que busca penetrarlo, sino su nacimiento es simbiótico con el mismo Estado.
3. Territorial. Operan en amplias regiones del país, e incluso tienen presencia internacional. Estas redes disputan el control de espacios estratégicos para sus actividades ilícitas, como las fronteras, las zonas de producción, las rutas de transporte, los puertos, los aeropuertos y las zonas urbanas. Estas disputas generan altos niveles de violencia e inseguridad.
4. Estructural. Se conforman esencialmente por tres tipos de estructuras: la criminal, la empresarial y la política. La estructura criminal se encarga de ejecutar los delitos, como el tráfico de drogas, armas o personas. La estructura empresarial se ocupa de lavar el dinero proveniente de las actividades ilícitas. La estructura política se dedica a garantizar la impunidad y la protección de las redes criminales, mediante el uso o el abuso del poder público. Estas estructuras se relacionan entre sí mediante vínculos de interés, complicidad o coacción.
5. Funcional. Tienen una capacidad de adaptación y diversificación de sus actividades ilícitas. Estas redes aprovechan las oportunidades que les brinda el mercado ilegal, la demanda social o la debilidad institucional. Así, estas redes pueden cambiar o ampliar su actividad delincuencial según las circunstancias. Pueden pasar del narcotráfico a la extorsión o al secuestro; o pueden incursionar en nuevos negocios como el robo de combustible o la minería ilegal.
6. Cultural. Generan una cultura criminal que influye en los valores, las creencias y las conductas de los individuos y los grupos sociales. La cual se basa en el uso de la violencia como medio para resolver conflictos, imponer respeto o demostrar poder; en el desprecio por la ley y las instituciones; en el culto al dinero fácil y al consumo ostentoso; en la construcción de identidades colectivas basadas en el sentido de pertenencia, la lealtad y la rivalidad. Construye un modelo de forma de vida hedonista, sin importar que pueda ser corta.
7. Económica. La delincuencia organizada está globalizada, tiene un mercado mundial. Sigue las reglas de la oferta y la demanda. Además, impone modas en el consumo de las drogas, el tráfico de personas, el huachicol, etc. Migra a la actividad donde la tasa de ganancia es mayor. Es un mecanismo de acumulación primitiva de capital.
Por otra parte, podemos clasificar en diferentes niveles de involucramiento a los actores implicados en las redes de macrocriminalidad, que se caracterizan por su diversidad y su dinamismo temporal:
1. Actores principales. Son aquellos que forman parte directa o indirecta de las redes criminales. Incluyen a los líderes que dirigen las operaciones; a los operadores o sicarios que ejecutan los delitos; a los colaboradores o facilitadores que proveen servicios o recursos; y a los protectores o cómplices que brindan impunidad o apoyo político.
2. Actores secundarios. Son quienes interactúan con las redes criminales sin formar parte de ellas. Incluyen a los consumidores o clientes que demandan los productos o servicios ilícitos; a los competidores o rivales que disputan el mercado o el territorio; a los afectados o víctimas que sufren las consecuencias de los delitos; y a los denunciantes o testigos que reportan o evidencian las actividades ilícitas.
3. Actores terciarios. Son aquellos que intervienen en la prevención, la investigación o la persecución de las redes criminales. Incluyen a los agentes del Estado, como las fuerzas de seguridad, el sistema de justicia, los organismos de control o los organismos internacionales; y a los agentes de la sociedad civil, como los medios de comunicación, las organizaciones no gubernamentales, los académicos o los activistas.
4. Actores cuaternarios. Son aquellos que influyen en el contexto o el entorno en el que operan las redes criminales. Incluyen a los actores económicos, como los empresarios, los inversionistas, los bancos o los mercados; a los actores sociales, como las familias, las comunidades, las iglesias o las escuelas; y a los actores culturales, como los artistas, los intelectuales y los líderes de opinión.
Las causas de la macrocriminalidad en México son múltiples y complejas y son estructurales, que tienen que ver con condiciones históricas, económicas y sociales que favorecen el surgimiento y el desarrollo de las redes criminales; institucionales, que son las se vinculan con el funcionamiento y el desempeño de las instituciones encargadas de garantizar el Estado de Derecho y el bienestar y; culturales asociadas con los valores, las creencias y las conductas que predominan en ciertos sectores sociales que facilitan o toleran las actividades ilícitas.
Las consecuencias de la macrocriminalidad en México son múltiples y graves. Socialmente en la inseguridad para los ciudadanos, cuya lacerante expresión son la violencia y la desaparición de personas. Económicamente, existe actividades seriamente afectadas, que, además, repercuten en el incremento de precios de las mercancías. Políticamente, lo más delicado es la profundización de la articulación entre la delincuencia y los políticos. Tal vez la repercusión social más importante ha sido la desestructuración de las redes sociales de comunitarias, rurales y urbanas, por otras dominadas por la cultura delincuencial.
Los estudios académicos sobre las redes de macrocriminalidad están haciendo una contribución importante a la comprensión de este fenómeno, pero también hace evidente la ausencia de un diagnóstico de este problema desde la esfera gubernamental. Lo cual explica, parcialmente, los traspiés en las acciones sobre seguridad pública.
La construcción e instrumentación de una política pública de combate a estas redes de macrocriminalidad muestra con claridad la improvisación desde el ámbito gubernamental. El pasado no se puede enmendar, pero es grave que el tema de las redes de macrocriminalidad que está articulado al tema de la justicia transicional no esté sobre la mesa de discusión entre las aspirantes presidenciales. La búsqueda del poder por el poder mismos lastima al país.
*Profesor UAM-I