Educar para transformar
Gilberto Guevara Niebla
Educar para transformar la sociedad, es una idea que pregonan los libros de texto gratuitos (LTG); es un objetivo legítimo que compartimos muchos mexicanos de izquierda. Hay que combatir desde la educación las desigualdades, la pobreza, la corrupción, la impunidad, la injusticia, la violencia y demás males que azotan al país.
Lo que es difícil de admitir, sin embargo, es el enfoque que adoptaron los autores de los libros para enfrentar esa tarea. Su enfoque es contrario a la sociedad y a la cultura moderna y en cambio exalta las comunidades indígenas, los barrios donde se localizan las escuelas y la cultura popular. ¿No era posible conciliar las dos partes con un planteamiento abarcador, conciliador y de consenso?
Yo pienso que sí. Los autores de los LTG también descalifican la experiencia educativa anterior de México con argumentos ficticios: la llaman “neo-liberal”, le atribuyen rasgos que nunca tuvo –como operar como un sistema tecnocrático basado en la tecnología educativa y en las evaluaciones estandarizadas– y dicen que su función se reducía a despolitizar y a socializar, en el sentido de integrar a la sociedad a individuos pasivos y alienados.
Les falta razonar con dialéctica. Otra limitación se encuentra en su concepto de “transformación” que en la práctica no se dirige a la nación (piensan que la nación es un producto de la modernidad), en otras palabras, no es la nación mexicana la que se busca transformar con la educación, lo que se quiere transformar es solo la “comunidad”, el entorno territorial de cada escuela.
Los autores de los LTG consideraron que el rasgo más negativo del neoliberalismo era el individualismo –en general—y para no fomentarlo decidieron quitarle al alumno la posición central que se le atribuía en la educación anterior y poner en su lugar una entidad colectiva: la llamada “comunidad” que como antes dijimos no es otra cosa sino el barrio o vecindario adyacente a la escuela.
Una obsesión común de esos autores fue buscar que el conocimiento que se ofrezca a los alumnos sea significativo o contextualizado, lo cual es, en algunos casos, es un razonamiento acertado. Lo que no es correcto, en cambio, es que se universalice ese principio al punto de excluir del proceso educativo todo “conocimiento no contextualizado” como es el conocimiento de las asignaturas.
En los documentos iniciales de los autores de los libros manifestaron francamente su rechazo a la cultura universal u occidental (la que nación en la antigua Grecia, con Sócrates, Platón y Aristóteles) por juzgar que era una “cultura colonialista” es decir, la cultura colonial que Europa imperial impone al resto del mundo. En cambio, defendieron la diversidad cultural representada por las culturas indígenas.
¿Por qué motivo se oponen cultura universal y culturas indígenas? Esa oposición se refleja en su proyecto educativo: la escuela se convierte en una agencia de transformación social, pero a la escala de la comunidad y para cumplir su papel, maestros y alumnos trabajarán con el método de proyectos (un proyecto es un método educativo que consiste en investigar un problema determinado de la comunidad hasta resolverlo).
Cuando William Kilpatrick propuso en el siglo pasado que se adoptara el método de proyectos como “un método universal” para educar, recibió una reprimenda contundente de su maestro John Dewey quien lo acusó de incurrir en una desmesura.
En esa desmesura incurrieron los autores de los LTG que decidieron imponer el método de proyectos a lo largo de la educación primaria y secundaria. El método de proyectos se inscribe en la tradición filosófica del pragmatismo que mide la verdad de cualquier acción por su utilidad. El pragmatismo pedagógico, por su parte, privilegia la acción sobre el conocimiento.
El gran problema es que la educación basada sólo en proyectos, corre el riego de derivar en mucha actividad y poco conocimiento.
Es la queja que han manifestado los maestros de matemáticas, de lengua, de historia y de ciencias en el sentido de que los proyectos no dejan espacio para un estudios suficiente de sus asignaturas y que solo simulan su aprendizaje.