El fiasco naranja en Nuevo León

Carlos Bravo Regidor

1) A Samuel García no lo “bajaron” de la candidatura presidencial de Movimiento Ciudadano, él se bajó por su propia voluntad. Ni el Congreso local ni la Suprema Corte de Justicia ni el Tribunal Electoral le regatearon en ningún momento su derecho a contender, eso nunca estuvo en disputa. El problema, más bien, fue su falta de disposición para acatar el hecho de que el Congreso de Nuevo León tiene la facultad constitucional de nombrar, conforme al voto de una mayoría de sus diputados, al gobernador interino que ejercería el cargo mientras él se iba a la campaña.

Para García resultó preferible abandonar la carrera por la presidencia que aceptar a un gobernador interino que no proviniera de sus filas o, al menos, tuviera su aprobación. No lo “sacaron”: la decisión de salirse fue suya y de nadie más.

2) El gobernador no tiene más legitimidad democrática ni es más representativo de los intereses o las preferencias de la ciudadanía que los diputados locales. En 2021 Nuevo León eligió tanto a su Congreso local como a su gobernador. La elección legislativa la ganaron el PAN y el PRI, con casi 1.2 millones de votos (55% del total), mismos que se tradujeron en 30 escaños (16 y 14 respectivamente); mientras que MC quedó en tercer lugar con cerca de 420 mil votos (20% del total) que le valieron 6 escaños. La elección del Ejecutivo la ganó MC, con Samuel García como candidato, con cerca de 800 mil votos (37% del total). Ambos poderes emanaron del mismo proceso electoral, tienen un idéntico origen democrático, por lo que ninguno puede pretenderse más legítimo o representativo que el otro.

3) La expectativa de que el gobernador interino tendría que ser alguien propuesto por el gobernador que solicita licencia, de su mismo partido o que le dé continuidad a su plataforma de gobierno, carece de fundamento constitucional. En octubre del 2022, el Congreso de Nuevo León promulgó una nueva Constitución para el estado. De los 40 diputados presentes, 38 votaron a favor (incluyendo a las bancadas del PAN, el PRI y MC) y solo 2 en contra (ambas de Morena). Esa Constitución establece que si el gobernador constitucional pide una licencia mayor a 30 días, corresponde al Congreso nombrar al interino que lo supla (artículo 122). En ninguna parte dice que dicho nombramiento deba ser por “consenso”, contar con la aprobación del gobernador o recaer en alguien de su partido. Samuel García y Movimiento Ciudadano lo saben (¿no presumieron la Constitución como logro de su gobierno?) pero insistieron una y otra vez en engañar con que a eso obligaban los fallos del Tribunal Electoral y la Suprema Corte. No es cierto y nunca lo fue.

4) Cuando el nombramiento de un interino adverso a su causa fue inminente, Movimiento Ciudadano envió a un grupo de choque a asaltar el recinto legislativo con el fin de impedirlo por la vía de los hechos. El presidente del Congreso solicitó a la Secretaría de Seguridad Pública que enviara fuerza pública para restaurar el orden y proteger a los diputados. El secretario, leal a Samuel García, no atendió la solicitud. Entonces se buscó el apoyo de la Fiscalía del Estado, cuyo titular no le debe el nombramiento al gobernador. Por eso entraron personas con armas al Congreso: no por iniciativa de las oposiciones parlamentarias, sino en respuesta a la provocación orquestada por el partido en el gobierno. Se hacen las víctimas, pero quienes violentaron flagrantemente el cauce de la política constitucional fueron ellos.

5) La relación de Samuel García con sus oposiciones es muy mala. Y no de ahora, de siempre. Postularlo como candidato a la presidencia era correr el riesgo de que la mayoría en el Congreso de Nuevo León, que le es adversa, nombrara a un interino que no fuera de su agrado. ¿Para fastidiarlo? Por supuesto, son sus opositores, no sus compadres. ¿Acaso no hubo nadie en Movimiento Ciudadano que ponderara ese escenario? ¿Nunca se les ocurrió que eso era exactamente lo que iba a suceder, y más aún porque la campaña de Samuel estaba diseñada para tratar de desbancar a la candidata presidencial del PRI y del PAN?

¿Qué creyeron entonces que iba a pasar? Quizá el arrebato sea entendible de alguien tan inexperto y atrabancado como Samuel García, pero no de un veterano lobo de mar como Dante Delgado. En cualquier caso, el precio de semejante acto de irresponsabilidad política le va a salir muy caro a su partido. Construir una reputación institucional toma años, destruirla no más de unos días.

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