La (incómoda) mirada de la OCDE sobre México

Jonathán Torres

La OCDE ha añadido más granos de sal a la discusión para sacar a México de la ratonera en la que está. La economía mexicana, dice, está navegando bien el incierto entorno económico mundial, ha comenzado a beneficiarse del nearshoring, pero para aprovechar su potencial es necesario hacer frente a desafíos de larga data como la baja productividad y las elevadas desigualdades.

Recientemente, la OCDE dio a conocer el Estudio Económico de México 2024 que, de algún modo, pone los acentos en puntos que la ‘comentocracia’ ha puesto en la palestra y que no son del todo aceptados por la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador.

¿Acatará el gobierno mexicano las recomendaciones consensuadas desde la sede de París de la OCDE? ¿Cómo fue que se cocinó este documento? ¿Cuáles son los temas incómodos que integra?

La mirada de la OCDE sobrela ‘realidad’ de México se alimenta de diversas fuentes de diversos frentes. De arranque, estos estudios económicos se presentan cada dos años y en ellos también se plasman las acciones que no fueron tomadas en cuenta durante el periodo respectivo. Entonces, se trata de un ejercicio continuado en el tiempo, con un enfoque multidisciplinario que no solo aborda temas económicos sino también cuestiones medioambientales, sociales, corrupción…

A grandes rasgos, las fases para construir los estudios económicos de la OCDE son así:

Inicialmente, los analistas de la OCDE realizan un trabajo interno para recopilar información. Después, se realiza una primera misión, llamada fact-finding, en la que visitan México para entrevistarse con representantes del gobierno, academia, empresarios, sindicatos, entre otros. Una vez recopilada la información, montan un borrador que se valida internamente, para después regresar a México en una segunda misión para fines de fact-checking con las fuentes consultadas.

Luego, el reporte se discute en la sede en París de la OCDE, donde están sentados los países miembros y ofrecen sus comentarios al respecto y aportan lo que en su opinión debe integrarse. Después se publica el reporte, con el valor añadido que significa la comparativa internacional alimentada por los representantes de los gobiernos sentados en esa mesa, de tal manera que el objetivo final radica en ofrecerle a los lectores de México una perspectiva sobre dónde está parado el país.

Las recomendaciones de la OCDE no son vinculantes, no obligan a los gobiernos a acatarlas. México ya tiene 30 años siendo miembro de la OCDE, lo que significa que ha recibido 15 estudios económicos. La intención es ofrecer, de alguna manera, un panorama equilibrado con fortalezas y debilidades, así como dar cuenta de las políticas que han funcionado en otros países que bien pudieran ser replicadas, pero los gobiernos no necesariamente han coincidido con la mirada de la OCDE.

La autollamada cuarta transformación no ha hecho caso de todas las recomendaciones. En el reporte 2024 se citan las acciones sugeridas en el reporte de 2022 que no fueron tomadas López Obrador y su equipo. Por ejemplo, no siguió los lineamientos para establecer un consejo fiscal independiente ni amplió la proporción del gasto público cubierto por la regla de gasto; tampoco fortaleció la gobernanza de Pemex y otras empresas estatales al alinearlas con las directrices de la OCDE sobre Gobierno Corporativo de empresas estatales. Al mismo tiempo, no continuó fortaleciendo la lucha contra la corrupción y no estableció una estrategia integral para reducir el costo de la formalización.

Dicho lo anterior, la respuesta sobre el actual reporte solo la tiene el gobierno mexicano y es muy probable que no se conozca, al menos públicamente, dado que si bien éste cita algunos puntos positivos pone el dedo en la llaga en varios temas que el círculo rojo ha descrito como red flags de este sexenio pero que el Presidente de la República califica como ataques infundados de sus adversarios. En todo caso, será hasta 2026 cuando pueda saberse si lo que resta de esta administración y la próxima atienden las recomendaciones de la OCDE.

Así, para empezar a descomponer esta historia, la OCDE estima un proceso de desaceleración del crecimiento económico para este año al colocarlo en 2.5%. El comportamiento de la economía estadounidense está alterando las expectativas, lo que afectará las exportaciones mexicanas, pero la OCDE pone el acento en el abordaje de desafíos como la conectividad digital, las regulaciones, el estado de derecho, la energía renovable y la gobernanza del agua.

“La productividad ha tenido un crecimiento muy débil en comparación con otras economías de la OCDE y eso hace que el potencial de crecer, de cara al futuro, sea menor. Si no se revierte esa tendencia, las tasas de crecimiento que México va a observar no serán muy altas. La productividad es importante porque es lo que en el medio plazo conduce al crecimiento per cápita de un país y lo que determinan los estándares de vida en el mediano plazo”, explica Alberto González Pandiella, jefe de la Sección de México y Costa Rica en el Departamento de Economía de la OCDE.

El tema fiscal, evidentemente, no podía faltar. La OCDE se suma a las voces que urgen a captar más ingresos y entre las papas calientes que propone están la aplicación de impuestos a la propiedad y ambientales, junto a la reducción de deducciones fiscales a los más ricos. Una reforma fiscal, sostiene, no es necesaria, como tampoco tener más impuestos y aumentar las tasas impositivas, sino simplemente aplicar los ya existentes. Por ejemplo, el impuesto predial. La discusión sobre el IVA tendría que venir después y solo hasta que se defina con claridad la regresividad hacia la población más vulnerable. Pero hay dos temas que no pueden esperar: persistir en el combate contra la informalidad, así como impulsar las políticas de cuidado e integrar a las mujeres a los empleos formales.

En cuanto al nearshoring, el reporte ubica varios desafíos pero el economista de la OCDE cita dos elementos clave que el país debe ejecutar, si pretende aprovechar al máximo la relocalización: las energías limpias y una revolución educativa.

Las empresas manufactureras a nivel global, explica, están descarbonizando sus procesos de producción, por lo que si no se tiene una oferta amplia de energía limpia será muy difícil atraer las inversiones de empresas que ya están trepadas en el boom de la descarbonización. El segundo punto está relacionado con dotar de habilidades al talento mexicano, conformado principalmente por una población relativamente joven en comparación con otros países de la OCDE.

Ciertamente, si se pretende pensar en el largo plazo vamos tarde en la revolución educativa. Hoy, millones de adolescentes no terminan ni siquiera la secundaria, lo que significa que a su corta edad ya tienen un futuro asegurado con obstáculos, informalidad, pobreza y mucha marginación. Así, ya no hay más tiempo que perder considerando que los efectos de una revolución educativa tardarán en llegar.

De igual forma, la actual ola del nearshoring puede cambiar el rostro a varias regiones del país pero, también, se corre el riesgo de repetir los mismos errores cometidos en tiempos del TLCAN y mantener una vocación industrial fundamentalmente con bajo valor agregado y poca especialización.

“Sí, hay tareas que, sinceramente, han sido valiosas para México pues han generado muchos trabajos formales, pero ahora hay una oportunidad de darles valor añadido y generar trabajos de más productividad y con salarios más altos”, añade Alberto González Pandiella.

Lo Último

El nearshoring requiere de carreteras, pero es muy importante la infraestructura digital para conectar regiones y comercio. Dicho esto, la OCDE pone un énfasis muy especial en un tema que no se toca del todo: la concentración y las prácticas monopólicas en el contexto del nearshoring. En las TIC, dice, hay una alta concentración particularmente de una empresa que detenta más de 60% de los suscriptores móviles y la limitada competencia puede aumentar los precios y frenar el desarrollo de nueva infraestructura digital. “(El nearshoring) puede inhibirse con una alta concentración”, dice el jefe de la Sección de México y Costa Rica en el Departamento de Economía de la OCDE.

El ciclo de vida del informe económico hace que, de manera natural, acabe tarde o temprano en la mesa de la próxima administración. No necesariamente hay un reloj de arena que determine el tiempo que tiene México para romper con sus actuales circunstancias, pero el juego está en atraer decisiones de inversión que después desencadenen procesos productivos. Pero estas señales solo fructificarán si en verdad hay voluntad de cambiar la realidad.

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Hay un tema que no toca el reporte, pero que Alberto González Pandiella tiene muy presente: la triangulación de exportaciones, particularmente motivada por China.

“No lo tenemos en este informe, pero sí es algo que estamos monitoreando, está causando incomodidades en el principal socio comercial y se está expandiendo. Sin duda, este tema solo va a ir en aumento dado que, a medida que pase el tiempo, habrá más inversión proveniente de China. La reflexión que personalmente tengo es que México, en el contexto del T-MEC, tiene que dialogar esto con sus socios comerciales, tratar de encontrar una agenda con puntos de equilibrio entre los intereses de todas las partes, cuidar que no se piense que se está violando el T-MEC y que no se vayan a imponer tarifas adicionales”, asegura.

Con información de Expansión

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