La tercera ola rosa: entre la defensa del voto y los reclamos al presidente López Obrador
Isabella González, Montserrat Peralta y Diana Higareda
Por tercera vez, cientos de miles de ciudadanos salieron a las calles de la Ciudad de México para protestar en contra de decisiones y acciones del gobierno federal encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Por segunda vez, la concentración promovida por organizaciones civiles llenó el Zócalo de la capital de rosa y blanco. Por primera vez, la manifestación tuvo el objetivo de pedirle al presidente López Obrador y al Instituto Nacional Electoral (INE) elecciones libres el próximo 2 de junio.
“La tercera ola de la marea rosa”, como llaman a la movilización los moderadores en el templete, es diversa: hay quien llegó en su automóvil y lo estacionó en el Hilton de Avenida Juárez; hay quien llegó en Metro y hay quien se subió a camiones dispuestos por las alcaldías Miguel Hidalgo y Álvaro Obregón, gobernadas por alcaldes emanados de la alianza PAN, PRI y PRD.
Otros, muy astutos, sacaron sus bicicletas eléctricas o se montaron en las bicicletas de Ecobici.
Hay personas que cargan su agua y comida en modestas mochilas o bolsas de supermercado y hay personas que llevan su bloqueador en bolsas de marca: Gucci, Ferragamo, Lululemon. Hay gente que se tapa del sol con paraguas y personas con lentes Céline y gorras de Alo Yoga.
Mientras los ciudadanos caminan por las calles del centro para llegar a la Plaza de la Constitución alrededor de las 9:00 de la mañana, las conversaciones son animadas.
“¿Tú crees que yo por una gripa iba a dejar de venir?”, presume uno de los asistentes a un amigo que se encontró en la entrada del Sanborns de la calle Madero.
Se escuchan debates acalorados sobre la actuación de la oposición y críticas todavía más acaloradas contra el gobierno de la “Cuarta Transformación”.
“Nosotros ya cumplimos con la democracia”, dice en tono de indignación una mujer a su amiga.
En el camino al Zócalo se oyen también detalladas explicaciones sobre las 20 iniciativas de reformas propuestas por López Obrador el pasado 6 de febrero.
“AMLO quiere desaparecer los órganos autónomos”, le asegura Alejandro Reyna, exagente de viajes, a su amiga Elizabeth. La invitó y ahora le explica las reformas del mandatario federal presentadas en pleno periodo electoral.
“Cómo el gobierno va a transparentar lo que gasta si es el que comete fraudes, y eso aplica a cualquier político no nada más de Morena”, señala.
Cuestionado por Latinus sobre la diversidad de la manifestación, Alejandro responde que es totalmente ciudadana: “Yo vivo en Iztapalapa y nadie me está trayendo a fuerza”.
Lo mismo contestan Lucía Saavedra, una vecina de la colonia Palmas Axotitla; Armando Bretón, empresario ganadero de Tlaxcala y Luis Vega, estudiante de leyes en la Barra Nacional de Abogados.
La primera, que llegó en un camión dispuesto por la alcaldía Álvaro Obregón y que se estacionó a unas cuadras en Eje Central, está enojada con el presidente López Obrador por no cumplir su principal promesa “primero los pobres”.
“No es que no lo queramos al presidente López Obrador, es muy buena persona, pero tanto como dice una cosa dice otra. No ha ayudado en su totalidad a los pobres, porque de un lado nos ayuda y del otro lado nos quita, antes con 100 pesos íbamos al mercado y comprábamos verdura y fruta, y ahora con 500 pesos ya no nos alcanza”, afirma Lucía, de 70 años de edad.
Armando viene con toda su familia. Llegó un día antes y durmió en casa de su cuñado. Terminando la manifestación planea ir a comer y después, aprovechando su estadía en la Ciudad de México, a ver las corridas de toros.
“A Tlaxcala le ha afectado mucho la prohibición de las corridas porque mucha de nuestra economía se basa en la venta del ganado bravo”, indica.
Como los anteriores, Luis llega a la plancha del Zócalo con sus propias preocupaciones.
“Yo diría que es una marcha de mexicanos que estamos preocupados por nuestro país, que estamos hasta la madre de que estén haciendo mal las cosas en este gobierno. Fifís o no, no sé, pero queremos vivir bien”, afirma el joven de 21 años escoltado por un grupo de amigos, también estudiantes de Derecho.
Ya en el Zócalo, la convocatoria tarda, pero termina cumpliendo. Los organizadores batallan para que los asistentes se compacten en la plaza, pero los números están ahí, en las calles aledañas, esperando el discurso que se transmitirá en las pantallas colocadas en 5 de Mayo, Madero y 20 de Noviembre.
Entre los ciudadanos se cuentan José Ramón Cosio, exministro de la Corte; José Woldenberg, expresidente del IFE; María del Carmen Alanís, exmagistrada del Tribunal Electoral; y el escritor Enrique Krauze.
Los ánimos se prenden cuando Fernando Belauzarán, exdiputado federal, da permiso a los asistentes de mencionar al presidente López Obrador. “En las marchas pasadas dijimos que no íbamos a hablar de él”, y sin decir más, los ciudadanos truenan contra el mandatario.
“¡Narcopresidente! ¡Narcopresidente!”, gritan todos.
Cuando Lorenzo Córdova, expresidente del INE y único orador de la manifestación, toma la palabra, la mayoría de los asistentes escucha atenta. La gente vuelve a tronar contra el presidente López Obrador cuando Córdova señala que la movilización de este domingo es para defender la democracia.
“Nos tardamos más de 40 años construyendo una escalera, cada vez más sólida, cada vez más robusta, cada vez más firme, para que quien tuviera los votos pudiera acceder al primer piso y hoy, desde el poder, quien llegó a ese primer piso por la libre voluntad de la ciudadanía, pretende destruir esa escalera para que nadie más pueda transitarla”, afirma Córdova.
“¡Narcopresidente! ¡Narcopresidente!”, repiten todos.
En medio de 10 minutos de campanadas que llaman a la misa del mediodía en la Catedral, Córdova termina su discurso aplaudido por los asistentes, y mientras los organizadores en el templete piden una selfie, la desbandada comienza hacia las salidas del Zócalo.