México 1981 en México 2024: sí hay una disputa por la nación
Carlos Ramírez
El modelo analítico de la disputa por la nación entre dos proyectos antitéticos de desarrollo ha prevalecido en las grandes decisiones sucesorias desde 1970: además de la complicidad de Tlatelolco, la necesidad de mantener el modelo nacionalista de desarrollo benefició la candidatura de Luis Echeverría Alvarez, cuyos posicionamientos sociales al interior del gabinete fueron más claros que las del tecnócrata Antonio Ortiz Mena y su desarrollo estabilizador.
Los últimos pronunciamientos del presidente López Obrador sobre lo que se encuentra en el centro de la disputa sucesoria deberían ser atendidos porque representan el marco referencial para entender todo lo que está ocurriendo, incluyendo la mala percepción de la crítica de que la marcha del próximo domingo 27 está motivada por el ardor presidencial hacia la marcha por el INE encabezada y promovida por la Coparmex y el empresario ultraderechista Claudio x González.
De manera pendular, a partir de 1970 el país ha oscilado entre un modelo de desarrollo empresarial que agota sus posibilidades en el costo social y un modelo de desarrollo social que aumenta el gasto a favor de las clases no propietarias.
El modelo teórico de la disputa por la nación entre dos propuestas fue procesado en 1981 por los economistas Carlos Tello y Rolando Cordera en el libro México: la disputa por la nación. Perspectivas y opciones del desarrollo, publicado por siglo XXI editores. El modelo es muy simple: el proyecto neoliberal que se configuró en 1975 con la crisis inflacionaria y el déficit presupuestal de Echeverría que obligó a una firma de una Carta de Intención de política macroeconómica neoliberal de mercado con el FMI y el Banco Mundial y articulado con el apoyo de los sectores empresariales, con la Coparmex al frente. Del otro lado el proyecto nacionalista –que no alcanzaba, ni con mucho, perfiles socialistas– basado en la actividad económica del Estado en materia social y apoyado sobre todo por las agrupaciones proletarias del sector sindical que no habían sido lobotomizadas por el PRI y por agrupaciones de activistas sociales organizados como el Colegio Nacional de Economistas entonces conducido por Armando Labra Manjarrez y su enfoque de defensa de la economía pública.
En el aspecto sucesorio, esa disputa por la nación llevo al presidente López Portillo a optar por el abogado especializado en economía neoliberal Miguel de la Madrid Hurtado, en lugar del político priista Javier García Paniagua y sus alianzas con los sectores nacionalistas. En su sucesión de 1987, De la Madrid paralizó el péndulo del lado derecho de la economía e impuso la nominación de Carlos Salinas de Gortari como su sucesor neoliberal, a pesar de las presiones que desarrolló de 1985 a 1987 Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano al frente de las corrientes nacionalistas revolucionarias del viejo PRI cardenista. Y en 1993, Salinas optó por Luis Donaldo Colosio como aliado en la continuidad de la reforma neoliberal del PRI, aunque como candidato traicionó el compromiso y quería regresar a la vieja economía social de Estado, aunque su asesinato permitió la corrección del rumbo ideológico del país con la candidatura sustituta de Ernesto Zedillo Ponce de León, el más neoliberal de los economistas que pululaban alrededor de Joseph-Marie Córdoba Montoya.
La disputa por la nación entre los dos proyectos de desarrollo nunca dejó de estar activa: en 1994 se introdujo el factor chiapaneco y la agenda indígena, pero el asesinato de Colosio evitó la profundización de la lucha por la nación. Y la solución ante las oleadas de presiones nacionalistas fue optar en 2000 por una alternancia a la derecha con el PAN, pero garantizando el modelo económico neoliberal a través de los secretarios de Hacienda forjados en el neoliberalismo económico del Banco de México a través de dos figuras que representaban los intereses conservadores en la economía hacendaria: Francisco Gil Díaz, secretario de Hacienda de Fox, y Agustín Carstens, subdirector-gerente del FMI como secretario de Hacienda de Calderón. Y el pacto neoliberal PAN-PRI impulsó a José Antonio Meade Kuribreña como candidato priista en el 2018 por su militancia en la economía neoliberal.
El presidente López Obrador ha impulsado un proyecto mixto de nacionalismo de Estado con estabilidad macroeconómica fondomonetarista, como un paso previo para la reconstrucción de la economía de Estado. Frente la continuidad de este proyecto se encuentra el grupo neoliberal de empresarios de la Coparmex y los políticos funcionales a estos intereses.
Esta es la disputa por la nación en la elección presidencial de 2024.
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