Formación judicial
Luis Espíndola Rodríguez
La semana pasada, funcionarios del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, recibimos reconocimientos por antigüedad. Muchas personas fueron reconocidas, como yo, por diez años de servicio, otros más, por quince, veinte y hasta treinta y cinco años. Servir a la administración e impartición de justicia no solamente es un honor, sino también una vocación.
El poder judicial, como todos los poderes de la unión, está llamado a fortalecerse, a brindar un servicio profesional, técnico, especializado, pero sobre todo, un servicio sencillo, eficaz, accesible, cercano a la gente, impartir justicia con sensibilidad social, de manera que las decisiones judiciales contribuyan al fortalecimiento del proceso civilizatorio, a generar equilibrios, a defender y hacer valer los derechos de las personas frente al abuso del poder, ya sea del poder público o de poderes fácticos.
En esa tarea, la experiencia, el compromiso, el sacrificio y la entrega del funcionariado judicial, tanto de las personas que laboran en áreas administrativas como las que desarrollan propiamente la función jurisdiccional, desempeñan un papel crucial para entregar resultados de excelencia. Los servicios de carrera han demostrado ser un valuarte en esta encomienda. En el marco de la actual reforma judicial considero necesario fortalecerlos y generar las condiciones de incentivos, promociones o ascensos que se correspondan con ese compromiso institucional.
También, considero importante reforzar las condiciones de contratación, designación, profesionalización y disciplina, así como mejorar los indicadores de desempeño que permitan, en condiciones de transparencia, igualdad y paridad, sentar las bases para una participación activa, abierta, plural e incluyente, de todas las personas que nos desempeñamos en el poder judicial, de manera tal que el mérito y el resultado, sean algunos de los indicadores que, en equidad, permitan la consolidación de un funcionariado judicial con formación humanista.
En la fase final de este año, es momento de hacer una pausa, de reflexionar sobre lo acontecido, sobre los resultados obtenidos, sobre las áreas de atención en las que debemos redoblar esfuerzos, pero también es momento de felicitar a todas y a todos los galardonados por tantos años de entrega y de servicio en el poder judicial.
Es la ocasión, también, de agradecer a las y los lectores de esta columna semanal con la que se busca contribuir, con un grano de arena, para acercar el conocimiento sobre lo que hacemos en el ámbito judicial, y crear un espacio para la reflexión, así como de los enormes y distintos retos que hemos enfrentado en nuestra labor y de los ámbitos para mejorar nuestro quehacer cotidiano.
Con información de López Dóriga Digital