Nueva política industrial cambia el paradigma, pero está aún lejos del objetivo
Alejandro Alegría
La propuesta de política industrial del gobierno federal aún no puede considerarse la serie de instrumentos que impulsen al sector secundario para que México tenga un producto interno bruto (PIB) manufacturero de 7 por ciento anual como era antes del periodo neoliberal, de acuerdo con expertos, aunque reconocen que es un cambio de paradigma en la política económica.
En días recientes la Secretaría de Economía (SE), en conjunto con Hacienda, la banca de desarrollo y el sector privado, presentó el documento Rumbo a una Política Industrial, el cual busca ser una ruta para el desarrollo sostenible de la industria a través de la innovación tecnológica, el apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas y la fortaleza del mercado interno. El plan es transversal, pero el mayor apoyo será para los sectores estratégicos: agroalimentario, eléctrico-electrónico, electromovilidad, servicios médicos y farmacéuticos e industrias creativas.
“Esta iniciativa es un cambio de paradigma, un cambio de dirección en la política económica y eso es acertado”, consideró José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento (IDIC), cuyo trabajo sirvió para “apuntalar” la propuesta, según declaró la titular de la SE, Tatiana Clouthier Carrillo.
No obstante, José Luis Calva, investigador en el Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, destacó que no es una política industrial, porque no tiene “ni un solo instrumento”, por lo que sólo queda en un “conjunto de buenos deseos”, similar a lo que ha pasado desde la administración de Ernesto Zedillo Ponce de León.
De la Cruz consideró que la iniciativa contiene conceptos de política industrial, que define como las “medidas coordinadas de política económica y que tienen como objetivo el desarrollo del sector industrial, para a su vez tener mayores niveles de crecimiento y desarrollo económico y social. Es un ejercicio que necesita todavía más trabajo para delinear lo que va a ser una política industrial”.
Calva consideró que una política industrial real puede impulsar a la economía mexicana a crecimientos de 6 por ciento anual, De la Cruz estimó que el efecto de la propuesta actual agregará entre 0.5 y un punto porcentual en 2 o 4 años.
José Luis Calva recordó que México no cuenta con una verdadera política industrial desde hace más de 30 años e hizo referencia a Jaime Serra Puche, titular de la entonces Secretaría de Comercio y Fomento Industrial (Secofi, ahora SE) en la administración de Carlos Salinas de Gortari, quien señaló que “la mejor política industrial es no tener política industrial”.
Desde que comenzó a aplicarse la estrategia económica neoliberal en México, desde tiempos de Miguel de la Madrid, “fueron desmantelados los instrumentos de política industrial que favorecieron el desarrollo de México desde la época de (Lázaro) Cárdenas hasta 1982”, anotó.
“Entre 1935 y 1982 la industria manufacturera creció a una tasa de 7.3 por ciento anual. Con la estrategia neoliberal que se aplicó a partir de 1983 hasta 2021 el PIB manufacturero solamente creció a una tasa de 2.1 por ciento anual”, subrayó.
El autor del capítulo “Estrategias de industrialización en México”, que se incluye en el libro La política industrial en México” publicado por el IIEc, argumentó que el documento de la SE “desea que haya una innovación digital y tendencias tecnológico científicas, formación de capital humano, promoción de contenido regional, encadenamientos con las mipymes e industria sostenible y sustentable.”
Los instrumentos
Explicó que la política industrial debe comprender políticas macroeconómicas favorables al desarrollo industrial manufacturero y responde a “cómo, cuándo y con qué me vas a apoyar”, como ocurrió en la época del milagro industrial mexicano y ahora sucede en países como China, Estados Unidos, Alemania, Japón y Corea del Sur.
Uno de los instrumentos es el tipo de cambio real competitivo que permita a los industriales nacionales competir en los mercados internacionales, pues la moneda subvaluada permite que los productos sean competitivos, como se ha visto en China y Corea del Sur. Calva resaltó que esto no está en el documento.
Mencionó que tampoco hay instrumentos horizontales de fomento manufacturero que se aplican a cualquier tipo de industria, es decir, apoyos crediticios a tasas preferenciales para mipymes y subsidios a la investigación y a la transferencia tecnológica.
Tampoco hay apoyo a las empresas con estudios de mercado y promoción externa de los productos, es decir, otras subvenciones.
Indicó que tampoco incluye la capacitación y asesoría a los empresarios de la banca de desarrollo.
No hay, agregó, instrumentos sectoriales para ciertas áreas de la industria, ni proteccionismo comercial selectivo, a pesar de que hay margen de maniobra bajo las reglas de la Organización Mundial de Comercio y el Tratado México, Estados Unidos y Canadá.
No existe, anotó, un capítulo de compras públicas y menos un apalancamiento con capital de riesgo, en el que participan la banca de desarrollo y empresas.
Los instrumentos sectorizados se elaboran como trajes a la medida y debe existir un compromiso de la industria que sea monitoreado por el gobierno para que se cumpla, como sucedió en la gestión de Antonio Ortiz Mena en Hacienda, lo que llevó a que se fabricaran en el país motores para autos, porque se tenía que cumplir con el 100 por ciento del contenido nacional.
Responde a la coyuntura
De la Cruz afirmó que la propuesta responde a lo que ocurre a nivel mundial. “La política industrial ha vuelto a ser el elemento central en las estrategias de China, Japón, Corea del Sur, de Estados Unidos, de Francia, de Alemania e India”.
Inquirido sobre si el presupuesto puede ser un obstáculo, respondió que no, pues la propuesta de paquete económico tiene 200 millones de pesos más en inversión física en términos reales, que es un incremento de casi 22 por ciento respecto a lo que se eroga en el presente año.
Además, la política industrial puede favorecer la llegada de inversión extranjera debido al nearshoring.
“Lo que puede hacer la política industrial es facilitar la llegada de esas empresas, bajo las directrices de la política y sin necesidad de recursos de por medio, por qué hay necesidad de las empresas de llegar a América del Norte para evitar conflictos entre China y Estados Unidos”, anotó.
La Jornada