Inflación, ¿dónde estamos, qué sigue?
Luis Miguel González
La mayor inflación del mundo está en Líbano. Allá los precios crecen a un ritmo del 268% anual. La menor inflación se encuentra en un pequeño país en el centro de África. En Sudán del Sur los precios decrecen a una tasa de 6.2% anualizada. La hiperinflación en Líbano se explica por una profunda crisis económica, agravada por el covid y la explosión del Puerto de Beirut. La deflación sursudanesa está relacionada con la extrema pobreza. Sudan del Sur es el país con el índice de desarrollo humano más bajo del mundo.
Comparado con Líbano y Sudán, México luce extremadamente normal. A fines de mayo registró una inflación de 5.84%, luego de cuatro meses consecutivos de reducción en la tasa. En el caso mexicano se nota que se ha reducido la presión inflacionaria que venía de afuera y también pesan los aumentos de las tasas de interés que ha implementado el Banco de México.
En 2022 hubo inflación generalizada. En 2023, hay tendencias desinflacionarias. El año pasado, hablábamos de la invasión rusa a Ucrania y su efecto disruptor en muchos mercados: altos precios de petróleo y gas; altos costos de granos y alimentos procesados; escasez de fertilizantes, semiconductores y falta de contenedores para mover la mercancía. Para hablar de inflación, una explicación complementaria estaba relacionada con el comportamiento de los consumidores después de los confinamientos covidianos. Había un entusiasmo por comprar y por vivir experiencias, luego de dos años de encierros.
El primer semestre del 2023 trae buenas noticias en materia inflacionaria para casi todo el mundo. Han bajado los precios de la gasolina y la electricidad. También los de la comida. El Índice de precios del Desayuno del Financial Times dibuja una gráfica que parece una montaña. La pendiente se elevó a partir de la segunda mitad del 2021 y alcanzó su cima entre abril y junio del año pasado.
En este Breakfast Indicator están los precios en los mercados globales del café, la avena, la leche, el trigo y el jugo de naranja. Todos bajaron claramente a partir del tercer trimestre del 2022, menos el jugo de naranja. Este vale tres veces más que antes de la pandemia. Se ha convertido en oro líquido, dice una analista citada por el Wall Street Journal. En Estados Unidos, principal consumidor mundial de jugo de naranja, el precio se define por lo que pasa en Florida. Los productores han enfrentado heladas y una plaga.
Casi todo el mundo vive un proceso de desinflación. Vale la pena aclarar que eso quiere decir que los precios suben menos. No necesariamente estamos hablando de bajas de precios. Hay excepciones a esta desinflación. En América Latina, el caso más notable es Argentina. Tiene un índice de precios de 108% anual, que se compara muy desfavorablemente con la de sus vecinos. Brasil, registra 4.2%; Chile, 9.9%; Uruguay, 7.6%; Bolivia, 2.7% y Paraguay, 5.1 por ciento.
México vivió inflación de tres dígitos en la década de los ochenta, cuando Miguel de la Madrid era presidente. Éramos una economía cerrada, con un banco central que no era autónomo y con una economía muy débil, agobiada por una enorme deuda externa. Encima, sufrimos un terremoto en 1985.
¿De quien es el mérito del descenso de la inflación en México? Ayudan las circunstancias internacionales. Tenemos bajas en los precios mundiales de los granos, el petróleo y el gas. Ayuda también el trabajo realizado por el Banco de México: son las alzas en las tasas de interés, acompañado de un mensaje de seriedad en el compromiso para bajar la inflación. El Gobierno Federal ha jugado un papel. Fue determinante al establecer un fuerte y controvertido subsidio a los precios de la gasolina en 2021 y 2022. Este apoyo fue de 397,000 millones de pesos en el 2022. Si no lo hubiera otorgado el Gobierno, el precio de la gasolina hubiera estado entre 33 y 36 pesos el año pasado, de acuerdo al Secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O. Esto hubiera llevado a tener una inflación por encima del 10% en el 2022, según Hacienda. El gobierno lanzó también un Paquete de Apoyo contra la Inflación y la Carestía (PACIC). Tuvo pocos resultados, aunque destaca su decisión de no establecer controles de precios.
¿Qué sigue? El combate contra la inflación no ha terminado, ni en México ni en el mundo. No será fácil pasar del 5.84% al 3% que es el objetivo del Banco de México. Se requiere mantener la disciplina monetaria en el Banco de México y tener mucho cuidado que no se relaje el gasto público en medio de la efervescencia electoral. Hemos conocido la hiperinflación y las tasas de 2%. Sabemos la diferencia, ¿estaremos a la altura?