Porfirio Muñoz Ledo, el republicano

Rosa Albina Garavito Elías

Porfirio Muñoz Ledo fue un protagonista destacado de la política mexicana en los últimos 40 años. Acompañó los cambios políticos del país, desde el autoritarismo diazordacista y su justificación a la masacre estudiantil de 1968, pasando por su recalcitrante echeverrismo como secretario de Estado en ese gobierno. Estamos hablando de dos sexenios en la historia reciente del país que se caracterizaron por su feroz represión a los movimientos sociales disidentes.

En el gobierno de Echeverría empezó a acariciar su sueño de ser presidente de la República. Bastaba que la gracia le hubiera llegado con el dedazo; pero no fue así. Tampoco fue el ungido de López Portillo, a pesar de haber sido presidente nacional del PRI y secretario de Educación. Así que en PML había una profunda frustración política.

A pesar de ser un excelente orador, un hombre culto e ilustrado, no llegó a ser el ungido. Su inconformidad personal coincidió con la de un amplio sector del PRI quienes, a partir de 1982 se vieron desplazados por la tecnocracia que llegó para imponer las políticas neoliberales; y esa agregación de inconformidades termina por fundar una corriente democrática dentro del PRI que finalmente rompe con ese partido en 1987.                   

Así que junto con Cuauthémoc Cárdenas e Ifigenia Martinez, protagoniza la histórica escisión del partido de Estado y ello da un vuelco a su historia política, (y la del país) pues de colaborador del presidencialismo represivo, pasa a ser un impulsor fundamental del proceso de democratización que en ese momento se inaugura.

Sin embargo, tampoco logra su acariciada candidatura presidencial en el recién formado PRD. Si antes se topó con el desprecio presidencial, ahora sufría su carencia de dinastía política. Y esa, más el apoyo popular, la tenía con amplitud Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano. Pero esa cadena de frustraciones no lo paralizaba, por el contrario. una de sus características fue su hiperactivismo político hasta el fin de sus días.

En ese hiperactivismo, no le importó pasar de presidente nacional del PRI, a serlo del PRD, o candidato del PARM frente a Vicente Fox, e integrante del gobierno foxista. Nada detenía a Porfirio Muñoz Ledo en su afán de ganar la primera nota periodística, en su afán de estar bajo reflectores. El mejor promotor político de Porfirio Muñoz Ledo, fue siempre Porfirio Muño Ledo. 

Como promotor de los cambios democráticos su participación fue relevante. No sólo por su contribución a las reformas electorales que lograron la autonomía del ahora INE, sino también por las que desarrolló para lograr una profunda Reforma del Estado que comprendía por supuesto un cambio de régimen político hacia el semipresidencialismo. Seguramente a través de la Fundación que creó para recoger y promover su legado, muchas de estas propuestas serán consideradas. Sobre todo, si pensamos que el proceso de democratización en el país se encuentra seriamente amenazado en el actual sexenio.

No fue presidente de la república, pero tampoco lo fue de Morena. Una derrota más en su larga carrera política por ejercer el poder, aunque fuera un pedazo de poder, en este caso el del nuevo partido en el gobierno.

A partir de entonces y de la conclusión de su cargo como Diputado Federal y presidente de la Mesa Directiva de esa Cámara, se convirtió en un feroz crítico al gobierno de AMLO, y en ese trayecto recuperó la digna postura republicana que tan gallardamente lució cuando respondió al tercer Informe de Gobierno del presidente Ernesto Zedillo: “Lo que en última instancia significa el cambio democrático es la mutación del súbdito en ciudadano. Ninguna ocasión mejor que ésta para evocar el llamado que, en los albores del parlamentarismo, la justicia mayor de Aragón hacía al entonces monarca para exigirle respeto a los derechos de sus compatriotas: “Nosotros, que cada uno somos tanto como vos y todos juntos valemos más que vos”.

Que esta igualdad en que hoy descansa el equilibrio de las instituciones de la República se convierta en la forma de vida que heredemos a las futuras generaciones de mexicanos. Remontemos las comarcas de la intolerancia; mostremos a todos que somos capaces de edificar, en la fraternidad y con el arma suprema de la razón, una patria para todos” Con este Muñoz Ledo, con el republicano, me quedo en la memoria.

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