La fusión Educal-FCE

Jorge Bravo

Aunque el trasfondo es la mal entendida austeridad republicana de la Cuarta Transformación, la fusión entre el Fondo de Cultura Económica (FCE) y Educal resultaría en una consolidación de industrias culturales y medios editoriales positiva para promover la cultura, educación y la lectura en México. 

En la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (Cofemer) se encuentra un proyecto de acuerdo que firmaría el presidente AMLO para agrupar la empresa de participación estatal mayoritaria Educal a la Secretaría de Educación Pública en coordinación con el FCE, que dirige Paco Ignacio Taibo II.

El FCE es una editorial sin fines de lucro fundada en 1934 por el intelectual Daniel Cosío Villegas. Educal es una red de 78 librerías creada en 1982, para acercar los libros y la cultura a los sectores más desfavorecidos de la población.

El FCE ha desempeñado un papel fundamental en la promoción de la cultura, educación, pensamiento y difusión de conocimientos de una amplia gama de disciplinas. La función social de ambas empresas públicas es democratizar el acceso al conocimiento técnico y literario. El FCE ha llevado libros de alta calidad a un público diverso, incluso a precios asequibles, y ha traducido obras literarias y académicas que de otra manera no tendríamos acceso.

La combinación FCE-Educal daría como resultado la editorial del Estado más importante con su propia red de librerías más extendida, creando un poderoso grupo editorial, cultural y educativo. 

La fusión, consolidación editorial. Foto: Especial

La fusión no crearía una entidad más eficiente y ni más rentable por sí misma. Para ello se requeriría de una estrategia administrativa, comercial y financiera más robusta, pero sí un consorcio estatal con enormes ventajas competitivas, comerciales y culturales, lo cual beneficiaría a los autores, al consumidor de libros, la promoción de la lectura y la difusión del conocimiento.

El desafío de toda editorial es la distribución de sus libros. El problema del FCE de tener enormes acervos de libros embodegados se atenuaría con la integración con Educal, generando ahorros en recursos humanos, financieros, operativos y administrativos, integración y mejor distribución de sus catálogos, mejores economías e influencia cultural que pueden ser aprovechadas para reducir el costo de los libros que edita el FCE, invertir más en la producción de contenido y hacerlos llegar a más población mediante la red de librerías de Educal. 

La agrupación Educal-FCE se suma a otras dos acciones en el terreno de la promoción de la lectura. El 4 de abril de 2023 se publicó en el Diario Oficial de la Federación un decreto mediante el cual los derechos y obligaciones, recursos presupuestarios, derechos de autor, archivos, acervos y demás documentación de la Dirección General de Publicaciones (entonces de la Secretaría de Cultura) se transfieren a la SEP y al FCE. 

Asimismo se encuentra en la Cofemer una polémica propuesta de decreto que le atribuye al FCE el fomento a la lectura y el libro en México y el extranjero, cuando sólo tenía por objeto la edición, promoción, exhibición, distribución y comercialización de publicaciones. 

Dicho proyecto de decreto ha despertado críticas, principalmente de la industria editorial, porque el FCE tendría la nueva actividad de “promover y distribuir las obras editadas por el organismo, con especial atención a los sectores vulnerables de la población”, incluso de forma gratuita. 

Taibo II. Más capacidades. Foto: Eduardo Miranda

La industria editorial privada –los libreros– miran con recelo que el FCE regale libros y, además, tenga la función de fomentar la lectura de libros porque le quitaría mercado a una industria de por sí golpeada por la menor compra de títulos y la competencia de Amazon. 

En abril de 2023 el Inegi presentó la actualización del comportamiento lector en México a través de libros, revistas, periódicos, historietas y páginas de internet. El Módulo de Lectura (Molec) reveló que en 2023 el porcentaje de la población lectora de 18 años y más disminuyó 12.3 puntos porcentuales a 68.5%, cuando en 2016 el porcentaje de población lectora fue de 80.8 por ciento.

El Molec no explica a profundidad las causas por las cuales ha ido disminuyendo la proporción de población lectora, pero el Inegi señala que “la población no lectora declaró no haber recibido estímulos suficientes para la lectura durante la infancia”, o que en la escuela “la población no lectora declaró haber tenido menos alicientes para adquirir el hábito de la lectura”.

La industria editorial y los críticos del proyecto de decreto que le atribuye la facultad de fomentar la lectura al FCE, señalan que regalar libros o producir obras extremadamente baratas no ha fomentado la lectura, cuando la disminución del comportamiento lector es anterior al gobierno de la 4T y la razón de dicha caída es multifactorial.  

La disminución en el porcentaje de población lectora en México en los últimos años es un fenómeno complejo atribuible a una combinación de factores. Por ejemplo, el cambio en los hábitos de consumo de medios en la era digital. Muchas personas dedican más tiempo a la navegación en línea, redes sociales, plataformas de streaming y otras formas de entretenimiento audiovisual. Esto reduce el tiempo disponible para la lectura.

También la competencia con otras formas de entretenimiento y la accesibilidad a través de dispositivos móviles hace que la lectura parezca menos atractiva. La falta de acceso económico a libros es un obstáculo para muchas personas. La mala calidad de la educación y la escasa promoción de la lectura en las escuelas impiden adquirir hábitos de lectura. También influyen la falta de acceso a bibliotecas y librerías, los cambios culturales, la falta de motivación y de conexión personal con la lectura. 

Los libreros siempre se han quejado de que la participación del Estado en la edición de libros –vía el FCE y las universidades públicas– representa una competencia desleal. Pero ni modo que el Estado no produzca obras editoriales –impresas y digitales– del conocimiento original u acumulado que produce en sus centros educativos y de investigación. Muchas de esas obras –ya sea por su extensión o estilo académico riguroso– no siempre es del interés comercial de los sellos editoriales.

Amazon. Más competencia. Foto: OMAR MARTÍNEZ /CUARTOSCURO.COM

Las editoriales privadas se benefician de las coediciones con las universidades públicas, apoderándose de los presupuestos de las universidades y los centros de investigación para la publicación de libros académicos, encareciendo el precio del libro (en las coediciones no siempre se manejan descuentos al consumidor) y aprovechándose de las limitaciones de las propias universidades para editar libros y, sobre todo, distribuirlos. 

La fusión FCE-Educal tiene el potencial de llegar a un público más amplio y diverso al combinar sus recursos y redes de distribución. Podrán organizar eventos culturales, charlas y ferias del libro conjuntas, para atraer a una audiencia más amplia y diversa.

La combinación de los catálogos y colecciones del FCE, Educal y la Dirección General de Publicaciones enriquecerá la oferta cultural y educativa, brindando a los lectores y al público una gama más amplia de opciones para elegir.

Finalmente, la colaboración entre dos instituciones reconocidas aumentará la visibilidad y el prestigio de la cultura, el pensamiento y la literatura mexicanas a escala internacional.

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