Artistas y creadores contra la Inteligencia Artificial

Jorge Bravo

La industria del entretenimiento en Estados Unidos se encuentra en un momento de inflexión, con dos de sus sindicatos más importantes, el de Escritores y Guionistas (WGA) y el de Actores de Cine-Federación Estadunidense de Artistas de Radio y Televisión (SAG-AFTRA), emancipados en una huelga histórica contra la Inteligencia Artificial (IA). 

La protesta tiene como objetivo abordar un temor creciente no sólo en Hollywood: la protección de la imagen, la voz y la creatividad de los artistas, actores y actrices frente a la Inteligencia Artificial Generativa (IAG), entre otras demandas laborales.

El izamiento de la bandera rojinegra ocurre por la preocupación de los trabajadores de la industria del entretenimiento de la Unión Americana por la protección de su trabajo frente al reemplazo por copias creadas con Inteligencia Artificial. Para los escritores, actores y artistas, la salvaguarda de su fuente de ingresos y su posición en la industria está en riesgo debido al uso y eficiencia de la IA.

Los guionistas exigen que se pongan límites al uso de la IA y que se incluya una cláusula en su contrato que estipule que todo guionista acreditado debe ser humano. Además, demandan que la IA no se emplee para generar guiones, libretos, historias y demás material literario que se utiliza para crear series, películas, programas de TV y documentales. 

Los actores también se han sumado a la huelga, exigiendo mejores condiciones laborales y salarios. El SAG-AFTRA ha acusado a las productoras de Hollywood y a las plataformas de streaming de querer utilizar modelos de IA para generar “actores” artificiales y evitar pagar salarios y regalías. 

El actor Will Smith, quien ha interpretado personajes con Inteligencia Artificial en películas como I, Robot, ha expresado su preocupación por el potencial de la IA para superar a los seres humanos en habilidades intelectuales, lo cual podría afectar a la humanidad en el futuro.

En una entrevista el reconocido actor Morgan Freeman también planteó los posibles efectos en el empleo por la adopción de IA, afirmando que la tecnología podría desplazar a muchas personas de sus trabajos en diversas industrias, no sólo la del entretenimiento.

Más catastrófico fue el fallecido físico teórico Stephen Hawking, quien en su momento advirtió sobre los riesgos asociados con la IA. Consideraba que, si no se controla, la IA podría superar la inteligencia humana y representar una amenaza para nuestra existencia.

La alarma de los trabajadores de la industria del entretenimiento por la IA es comprensible; esta tecnología puede reducir significativamente el tiempo que demoran los escritores en realizar su trabajo creativo y, en última instancia, reemplazar a los “auténticos” creadores, que hasta antes de la irrupción generalizada de la IAG eran de carne y hueso.

Con los avances en la IA y el Aprendizaje Profundo, los algoritmos pueden recrear y superar en velocidad el trabajo de escritores y guionistas. La generación de texto, la recreación de voces sintéticas y las técnicas de imagen generativa han evolucionado rápidamente. 

Ahora existen sistemas que pueden escribir guiones, doblar voces o incluso crear personajes digitales basados en actores reales sin su participación activa. Por su puesto, también sin su autorización. 

Fotograma de la cinta “El Irlandés”, donde el actor Robert De Niro fue rejuvenecido con inteligencia artificial. Imagen: Netflix

Estas tecnologías ya se utilizan para tareas de producción, animación por computadora y efectos especiales, pero la IA ha comenzado a extender su alcance a la creación de contenido artístico autónomo y reemplazo de actores, pero sin la intervención directa de los creadores humanos. 

Los actores de cine y televisión ya trabajan cada vez más frente a pantallas verdes que después son perforadas con imágenes para simular escenas o situaciones. En la película de Netflix “El Irlandés”, de Martin Scorsese, se utilizó IA para rejuvenecer a los actores Robert de Niro, Al Pacino y Joe Pesci. Esto lo explican los propios actores y el director en un documental sobre cómo se realizó ese filme. 

Ante la amenaza de reemplazo, el WGA y el SAG-AFTRA han levantado la voz en defensa de los derechos y el reconocimiento de los artistas. Cuando se utilizan copias generadas por IA de los artistas, ¿quiénes serían los dueños de los derechos de autor y de la propiedad intelectual? ¿Los actores tendrán control sobre cómo se utilizan sus voces e imágenes digitales? No es que los actores se opongan a la IA, quieren saber cuánto van a ganar por la explotación algorítmica de su imagen. 

Ambos sindicatos están creando un precedente en el debate sobre la implementación de la IA en distintas profesiones como los médicos o abogados, quienes pueden ser reemplazados por diagnósticos más precisos o sentencias más veloces. 

Aunque la IA presenta oportunidades innovadoras para la creatividad y la eficiencia en el entretenimiento y muchas otras industrias, también desencadena un debate inaplazable sobre la gobernanza y la ética en su uso. 

Aunque el avance tecnológico no se detendrá, se pueden establecer límites para proteger los derechos y la imagen de artistas y creadores literarios. 

Se necesitará una colaboración entre sindicatos, estudios cinematográficos y autoridades para crear un marco regulatorio que aborde estos y otros desafíos. 

Es indudable que la IA es una herramienta poderosa. No significa que deba –aunque pueda– reemplazar la creatividad, las emociones, el talento, el carisma y la autenticidad que los artistas aportan a sus obras. 

La conexión entre los actores y el público, la energía y habilidad para interpretar un personaje, recrear una situación y reflejar experiencias humanas complejas, y la visión e imaginación únicas de los escritores son aspectos que hacen que el entretenimiento sea una forma de arte y de experiencia significativa desde tiempos inmemoriales, desde que los humanos primigenios nos reuníamos alrededor de una fogata para escuchar historias y narraciones que han forjado nuestros mitos, leyendas e identidad. 

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