Lorenzo Córdova y su racismo pasó a la historia; sí insultó a indígenas

 Carlos Ramírez

Lorenzo Córdova Vianello, presidente del Instituto Nacional Electoral (2014-2023), finalmente pasó a la historia nacional, pero no como un reconocimiento a sus servicios prestados a la patria priista-panista, sino por su conducta racista contra las comunidades indígenas que siguen sin poderse incorporar al sistema político nacional.

Los libros de texto gratuito incorporaron en la página 246 de “Proyectos Comunitarios” para sexto grado de primaria, junto a referencias a genocidios en Armenia y Ruanda, una frase contundente: “2015. En México el presidente del Instituto Nacional Electoral (NE) se mofa de los representantes de las naciones originarias”.

Toda la mafia politológica que se mueve alrededor del Instituto de Estudios para la Transición a la Democracia que maneja el exconsejero electoral José Woldenberg para nuclear a un bloque político de poder saltó literalmente de sus asientos para protestar contra lo que caracterizó como “el abuso de poder político y en solidaridad con Lorenzo Córdova”.

Sin embargo, los muy prestigiados politólogos estarían faltando a la racionalidad de su oficio porque salieron sólo a defender a Córdova, pero sin contextualizar el conflicto de 2015: una grabación clandestina e ilegal recogió palabras de burla de Córdova contra dirigentes indígenas, y a pesar de las pruebas contundentes del audio los politólogos señalan que le atribuyeron a Córdoba “una conducta racista inexistente”, porque la grabación textual refiere una gravísima conducta racista del funcionario.

La grabación es contundente. Con sentido de ironía perversa, Córdova se burla del estilo de habla de los indígenas que acudieron a su oficina y dijo con ironía racista, “hay que escribir unas crónicas marcianas desde el INE”, y su interlocutor telefónico –Edmundo Jacobo Molina, secretario ejecutivo y hoy flamante articulista de opinión en un medio capitalino— completa: “un Ray Bradbury reloaded”, en inglés, obviamente.

Y Córdova, en actitudes que los politólogos del IETD consideran inexistente, disfruta su racismo burlón: “no mames, cabrón (…), te voy a decir cómo hablaba ese cabrón (indígena): quihubo, jefe gran nación chichimeca. Vengo Guanajuato. Yo decir a ti: o diputados para nosotros o yo no permitir tus elecciones”, salpicado de risas burlonas de Córdova y Jacobo.

Y el consejero presidente del INE pactado con el presidente Peña Nieto siguió su tono burlón racista: “yo no sé si sea cierto que hable así, cabrón, pero vio mucho Llanero Solitario, cabrón o acabamos aquí de divertidos o acabamos en el psiquiatra de aquí”.

Ante la contundencia de la grabación que debiera hacer incluida de manera íntegra en los libros de texto, Córdova sólo dijo que fueron comentarios “jocosos y desafortunados, dentro de una conversación personal”, y denunció que se trataba de una campaña de desprestigio contra el Instituto.

En términos estrictos, los libros de texto referidos a Proyectos Comunitarios recogen, en interpretación de hechos, las conductas excluyentes de altos funcionarios del sistema político, en este caso de la estructura electoral que debiera reconocer la configuración histórica de las comunidades indígenas originarias, y muestran el grado de imposición verticalista y autoritaria de prácticas democráticas que las sociedades indígenas han venido defendiendo hasta con las armas desde principios de 1994 y que lograron algunos avances con leyes locales que reconocieron usos y costumbres de organizaciones sociales anteriores a la democracia occidental importada de España a través del virreinato y la Constitución de Cádiz.

Los politólogos del Instituto de Estudios para la Transición Democrática, un organismo creado para unificar a la politología sistémica y conciliadora con el régimen priista y muchos de ellos con cargos y asesorías en el IFE/INE, nunca se preocuparon por hacer aportaciones concretas a las formas que debiera tener la democracia mexicana después del golpe fraudulento electoral de 1988 y de la derrota priista de 2000. Esos politólogos tampoco analizaron con sentido crítico toda la perversión del sistema democrático que distorsionó los avances de 1988 y que colocaron a Córdova como el encargado del Pacto PRI-PAN por México para seguir manteniendo al Instituto Electoral como la Comisión Federal Electoral de Manuel Bartlett precisamente de 1988.

Con los libros de texto, Córdova pasó a la historia como un funcionario racista.

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