Fracaso del populismo con Milei y no anomalía

Carlos Ramírez

Las caracterizaciones ideológicas que quieren explicar la victoria político-electoral de Javier Milei en Argentina están tratando de ocultar mañosamente la causa real del desaguisado: el fracaso económico del populismo peronista, la negativa de los herederos de Perón de cumplir los compromisos estabilizadores con el Fondo Monetario Internacional y el desorden en la estructura de toma de decisiones económicas.

La estridencia de Milei que le sirvió para ganar votos –como dinamitar el Banco Central– entrará en la lógica de la política económica neoliberal que México conoce muy bien en sus relaciones con el FMI: el ciclo perverso de populismo-crisis económica-neoliberalismo-crisis social-neopopulismo-crisis económica y así dándole vueltas a la noria.

En 1975 y en 1981, los presidentes Echeverría y López Portillo firmaron sendas Cartas de Intención con el FMI para estabilizar la economía afectada por una inflación por la vía del salario y el gasto, pero el saldo fue una nueva fase de crisis social. En 1982 el equipo económico de Miguel de la Madrid que encabezaba Carlos Salinas de Gortari optó por un programa de estabilización ortodoxo que hoy se aparece como el fantasma en Argentina: disminución del gasto público, afectación a la sindicalización, uso del salario para controlar la inflación, desaparición de programas sociales y la decisión madre de reducir el tamaño del Estado a un Estado mínimo.

De 1982 a 2018, el proyecto neoliberal fondomonetarista de Salinas de Gortari se mantuvo a través de la ortodoxia de los secretarios de Hacienda del PAN, todos ellos forjados en la doctrina y el pensamiento neoliberal del FMI, pero conduciendo al país a un empobrecimiento que fue utilizado por la propuesta populista de López Obrador para ganar las elecciones.

Argentina se comprometió en los últimos años con el FMI a cumplir con un programa ortodoxo de estabilización macroeconómica: controlar la inflación por el lado de la demanda, los salarios, el gasto público y el crecimiento económico, pero el incumplimiento de los compromisos metió al país en una dinámica de acumulación de crisis.

El populismo peronista pudo haber utilizado el modelo lopezobradorista de ideología mixta populismo-neoliberalismo; es decir, programas sociales financiados sin aumentar el gasto público ni impactar el déficit presupuestal, impidiendo con ello la emisión de dinero circulante que en Argentina ha sido el lastre inflacionario.

Para este año, Argentina tiene prevista una inflación de casi 150%, similar a la que tuvo México en 1987, pero el equipo de la Madrid-Salinas de Gortari metió el freno estabilizador y hacia el año 2000 sometió la inflación a 3% promedio anual. En Argentina, los gobiernos peronistas se la pasaron engañando al Fondo de que ahora sí habría una estabilización macroeconómica por el lado de la demanda, pero en la realidad mantuvieron sus mismas estrategias populistas de gasto. En el periodo 2014-2023 el PIB promedio anual de Argentina fue de 0.1%: estancamiento brutal.

Las últimas revisiones oficiales de Argentina respecto del marco del acuerdo del servicio ampliado del FMI revelaron que las autoridades económicas argentinas nunca tuvieron decisión para bajar la inflación por el lado de la demanda. El promedio inflacionario de 2018 a 2023 ha sido de 70 por ciento anual con un repunte creciente en los últimos seis años por la irresponsabilidad en el gasto público y la falta de decisión populista para estabilizar los precios por el lado de la demanda.

El empobrecimiento social, el sacrificio salarial, el PIB sin control, los compromisos de bajar salarios y su impacto en el sindicalismo militante y la promesa argentina de un programa estabilizador impactaron en el electorado porque vieron en la continuidad peronista un escenario de corto plazo mucho más crítico. Racionalizadas las propuestas radicales de Milei, su expectativa de gobierno no es otra que un programa de choque ortodoxo similar al mexicano con de la Madrid y Salinas de Gortari: el fin del Estado populista, el control de la inflación por el lado de la demanda y el sacrificio de las masas por tasas de crecimiento económico negativo.

El camino de México comenzó con la sumisión de la política económica al FMI –que inclusive provocó la renuncia de los secretarios de Hacienda y Programación en 1977–y la aplicación en grado extremo del programa neoliberal, pero ahora con la habilidad de López Obrador –más bien: de su secretario de Hacienda Rogelio Ramírez de la O– han encontrado un modelo mixto el control de la inflación por el lado del gasto público y el PIB, sin efecto negativo en los salarios reales.

En este contexto, detrás del loco Milei se encuentra el FMI.

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