El servilismo ilimitado

Rafael Cardona

Como muchas otras frases e ideas de la política mexicana, se le debe al norte de la República la aportación del general José J. Almada, cuyo ingenio, ante la recua de aduladores en torno del general Lázaro Cárdenas, mereció la ingeniosa creación en 1939 del FUL: el Frente Único de Lambisconas, según cuenta Raúl Héctor Campa, en “Infocajeme”.

Con los ojos puestos en la irremediable migración de priistas y panistas a Morena, Campa escribió estas líneas:

“…Cuando Lázaro Cárdenas del Rio visitó Sonora y Chihuahua, el 22 de mayo de 1939, siendo presidente de la República, entró al Estado por Casas Grandes, Chih., hacia Agua Prieta, lo esperaba en el cerro El Pulpito, el gobernador de Sonora (Román Yocupicio) y una “recua de buscadores del poder” (léase lambiscones, buscando su interés personal, queriendo acercarse a él general Cárdenas, y gozar de gorra de los convivios). Un general de Álamos, Son., que acompañaba al presidente Lázaro, José J. Almada, no le cayeron bien estos vividores de ocasión y los bautizó como miembros del FUL (Frente Único de Lambiscones). Fuente: Prof. Rios-Figueroa, Irene. Ruta Histórica, Agua Prieta, Bavispe, Casas Grandes (Apaches, mormones y revolucionarios) Pag 296. Escrito e impreso en México. 2023).

Como es posible comprobar, el FUL ha aumentado su membresía. Sus militantes pueblan la nómina del Movimiento de Regeneración Nacional, donde –por otra parte–, no hay elogio comparable a la estatura del líder de toldos ellos. Cuanto se le diga parece poco.

Quien ha hecho una enorme aportación a la “lambisconeada” (lambisconear proviene de lamber, lamer, pasar la lengua por una superficie), es el notable intelectual sinaloense, una de las cimas del talento morenista y la ilustración al servicio de la adulación, el señor doctor Don Rubén Rocha Moya.

Pues este caballero se acaba de tirar uno de los más desmesurados elogios jamás vertidos en favor de la majestad del líder nacional y Gran Sol de nuestros corazones. Nomás le dijo constructor de eternidades, de eternidades, de perpetuidad.

Perpetuidad, como se brindaban antes certificados en los panteones.

“Esas son obras, como lo decía yo, del presente, ¿por qué?, porque ahí están trabajando 18 mil 600 trabajadores en el presente, no es para el futuro, y el futuro es que son para la perpetuidad esas obras.

“…Como las obras que se hicieron en la época romana, griega, etcétera, pues esta es justamente. Y no tiene cosas novedosas en el punto de vista científico o técnico, simplemente la modernidad y la posibilidad de hacerlas en mejores condiciones (si alguien entiende este papasal la columna agradecería la traducción, por favor) …

“…Pero ello (no eso; “ello”, ¿eh?) es lo que está haciendo el presidente, obras distribuidas en el país. Ayer mismo hablábamos del Tren Maya; en este momento ocupa 50 mil empleados, trabajadores, tiene esa dimensión, pero además es para la perpetuidad, es, sin lugar a duda, que va a contribuir al desarrollo de manera muy importante…”

Pero mientras la perpetuidad se descarrila, recordemos otro momento sublime en el concurso convocado por el FUL:

Cuando se puso en operación un tramo del Tren Maya, doña Tatiana Clouthier (sinaloense) calificó la obra ferroviaria como una hazaña de dimensiones históricas.  Nada más la comparó con la llegada del hombre a la Luna:

“…Cuando el hombre llegó a la luna, la mayoría de los comentaristas de radio y de televisión dijeron casi al mismo tiempo: detengan su reloj, con la idea de que ese momento se guardara para siempre en la historia. Yo me atrevería a decir lo mismo del día de hoy, 15 de diciembre del 2023, detengan su reloj y guarden esta fecha para siempre”.

Y lo más sorprendente, cuando dijo esto, los colores no poblaron sus mejillas, ni siquiera se ruborizó.

Y si hablamos de relojes, ¿qué hora es? La que usted mande, señor presidente.

Con información de Crónica

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