La Universidad del Policía de Rocha Moya, elefante blanco

Carlos Alfonso Ontiveros Salas

Se gradúan doce nuevos elementos de la pomposamente denominada Universidad de la Policía. En las corporaciones policiales de los 18 municipios de Sinaloa hay un déficit grave de agentes. Dos nuevos ayuntamientos, el de Navolato y El Dorado, entrarán en funciones en el 2024 y la Universidad sigue sin producir los policías que necesitarán en los dos nuevos municipios

Los estados de fuerza policiales en las corporaciones municipales y estatales de policía suman miles de bacantes sin resolver, pero la Universidad realiza todo un escenario que debe ser motivo de vergüenza y no de éxito en su función.

Una Institución de formación y capacitación policial se ha convertido en una Universidad “Fifí”, sus espacios escolares se ofertan a la población abierta que se interese en realizar un posgrado en lugar de destinarlos en el reclutamiento y formación de los nuevos policías.

No habría ningún impedimento si los posgrados se dirigen a los policías en activo, agentes del ministerio público o peritos, para ampliar sus conocimientos en las áreas del conocimiento afines para el desarrollo de su función.

Desarrollar una estrategia de reorganización policial debe ser parte sustancial de las políticas de crecimiento de las policías cuantitativa como cualitativamente. La presencia militar en las funciones policiales no será la solución en el combate a la inseguridad.

La doctrina policial civil, está inspirada en el respeto absoluto a los derechos humanos, la humanización en el quehacer policial, y cumplir con la metodología formal que exige el sistema penal vigente. El delincuente no debe quedar impune, proteger al inocente y que las víctimas del delito se les repare el daño.

La militarización de la seguridad pública es, aunque no se quiera admitir, un retroceso en la restitución de la paz y la tranquilidad ciudadana, ya que no están preparados para desarrollar estrategias de protección a la sociedad expuesta por el delito.

Los gobiernos se han resistido en aceptar que el soldado no está ni estará preparado para vestirlo de policía y mandarlo a la calle a corregir a los infractores del bando de policía o a investigar el delito que sería lo más expuesto a la rudeza castrense.

La Universidad de la Policía, se ha echado a dormir la siesta que ya se ha prolongado. No hay reclutamiento de aspirantes a policía para resarcir los muchos faltantes de elementos policiales en las corporaciones municipales.

La calle se ve muy abandonada de policías, la ausencia de los uniformados preventivos o de investigación, se están volviendo raros, parece que es un producto en extinción. Que lamentable que no haya voluntad política en el gobierno para cubrir esas elementales necesidades de protección ciudadana.

El delito consume toda tranquilidad en las familias sinaloenses, diariamente suenan las metralletas y privan de la vida fácilmente a la víctima elegida, la policía nunca llega o cuando lo hace es demasiado tarde. Los delincuentes impunes.

El Estado ha sido incapaz de frenar la ola delictiva, las instituciones de policía no funcionan prefieren guardar silencio o mediatizar la información de que en Sinaloa el delito está disminuyendo. El Conejo Estatal de Seguridad Pública, perdió su misión, prefiere agacharse y difundir estadísticas maquilladas que ni ellos mismos se las creen. Los programas preventivos siguen esperando que los saquen de los archiveros, si es que los hay.

Frenar la inseguridad no ha sido ni es prioridad del gobierno, prefieren perder el tiempo en persecuciones estériles contra los dirigentes de la Universidad Autónoma de Sinaloa, que exigir a los Senadores que hagan llegar los recursos financieros prometidos para resarcir las menguadas policías municipales y las estatales también. Se hacen sordos y el tiempo pasa y cuando quieren reaccionar las oportunidades se acabaron. La Fiscal no investiga, tiene una policía entumida, andan patrullando en busca de delincuentes, pero es tanta la modorra que la tierra en los ojos no les permite identificar a los bandidos buscados.

Las ordenes de aprehensión y las carpetas de investigación siguen sin ser cumplidas, solo porque en la UAS no les responderán con disparos de fuego, ni les provocará culiacanazos, las horas y los días les sobran para judicializar carpetas y exhibirse en persecuciones políticas contra quienes manejan los pinceles de la educación. Ese es el gobierno que dirige Sinaloa.

La Universidad de la Policía seguirá simulando que cumple con sus misiones, pero no prepara policías, son los posgrados fifís recomendados por los morenistas los que hacen eco en los muros desolados de lo que antes fue una reconocida academia estatal de policía.

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