Rubén Rocha, la Ley de Newton y los hocicones

Álvaro Aragón Ayala

Rubén Rocha Moya quedó atrapado en la esencia de la Ley de Newton: por cada acción hay una reacción de fuerza. La respuesta de los universitarios a los insultos del gobernador lo dibujaron de cuerpo entero. El discurso del mandatario es destructivo. Los fascistas incorporaron la perorata incendiaria, plagado de falsedades, injurias y desautorizaciones de las instituciones, como herramienta central en sus planes de asalto al poder

Los ataques ofensivos del gobernador a las autoridades universitarias, al llamarlos rateros, es un signo de su indigencia mental. Lo paradójico es que los insultos suelen ser los argumentos de quienes carecen de argumentos. Sí, una frase ingeniosa o una ironía adornan un razonamiento, pero la descalificación personalizada como estrategia de destrucción se sitúa en un plano muy distinto.

Desde la negativa de los universitarios a aceptar la Ley de Educación Superior del Estado, el lenguaje con el que el gobernador se refiere a las autoridades de la Casa Rosalina, ha sido soez, vulgar, callejero, porril, sin asomo de persona culta, con el propósito de causar con su monólogo el mayor daño posible a la honra o reputación de los funcionarios universitarios. El Rector había actuado con prudencia ante los insultos del gobernador en La Semanera.

Pero, como reza el refrán, tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe. En la más reciente sesión del Consejo Universitario de la Universidad Autónoma de Sinaloa, el Rector Jesús Madueña Molina rompió el silencio y recurrió a dos expresiones que provocaron el aplauso nutrido de los miembros del Consejo: “nosotros no somos rateros”, “nosotros no somos hocicones como otros”, dijo refiriéndose al gobernador Rubén Rocha.

Madueña Molina recurrió a la Ley de Newton para parar al desbozalado gobernador, quien en la semanera del lunes ofendió, otra vez, al Consejo Universitario y a los órganos colegiados de la Casa Rosalina al decir que el Rector no representa a la comunidad universitaria. “Nosotros sí representábamos a la comunidad universitaria cuando nos nombraban los estudiantes y los maestros y los trabajadores. Los últimos 3 que ha tenido la universidad no, porque a ellos los ha nombrado un poder fáctico (…). Entonces, ellos no representan a la comunidad universitaria. Es decir, no los eligió, no los nombró el estudiantado ni los profesores”.

Dos días después vino la respuesta de Madueña teniendo como audiencia a los miembros del consejo: “nosotros no somos hocicones como otros” y relató la persecución política desatada por el gobernador Rubén Rocha Moya a raíz de la oposición a la aplicación de la Ley de Educación Superior del Estado, violatoria a la autonomía universitaria, con la que pretenden modificar la Ley Orgánica de la UAS para imponer autoridades externas a modo.

El gobierno del Estado paga millonarios contratos de publicidad a los medios para que ejerzan una persecución informativa contra funcionarios de la UAS, para que los criminalicen, a fin de justificar social, no jurídicamente, la elaboración de demandas “patito”, con recortes de periódicos, las cuales, con el control del Supremo Tribunal de Justicia y los jueces de control, servirían para meter a la cárcel a los funcionarios uaseños.

La expresión “nosotros no somos hocicones como otros”, retumbó, y tuvo su efecto, también, en el Congreso Local, en donde los diputados locales de Morena, amafiados con los del PRI, creyeron que con la nueva Ley de Educación Superior del Estado tomarían el control de Universidad. Juzgados federales “paralizaron”, con la emisión de más de 150 suspensiones definitivas de igual número de amparos indirectos, cualquier intentona de aplicación de la ley de marras.

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