Sinaloa: ¡alerta!, espionaje gubernamental

Alfonso Carlos Ontiveros Salas

Un sistema de inteligencia para espiar a los adversarios políticos del gobierno. Que la delincuencia organizada no se alarme, no es contra ellos

No ha pasado mucho tiempo que se destapó el escándalo de que periodistas, políticos, empresarios, profesionistas principalmente Abogados y Contadores, y otros, eran vigilados por el gobierno a través de un sofware israelí adquirido para vigilar a los opositores del gobierno denominado “Pegasus”.

El gobierno federal fue señalado por los presuntos afectados y su reacción no se hizo esperar. Rechazó que hubiese realizado grabaciones de conversaciones privadas filtrándolas a los medios de comunicación. El escándalo fue mayúsculo y de repercusiones sociales y políticas graves.

Vigilar al ciudadano en lo que dice a través de sus conversaciones telefónicas o privadas, y saber los lugares que frecuenta y con quien lo hace, no es un asunto novedoso. Es una práctica muy vieja que surge del gobierno para tener elementos de chantaje contra sus opositores políticos preferentemente.

Este sistema de inteligencia y otros, fue creado, con fines militares, posteriormente se incorporó para usos civiles pero la finalidad es esencialmente lo mismo. Estar enterados en lo posible de que es lo que hace o dice determinados personajes de la vida pública sobre sus proyectos y sus relaciones con el gobierno o con miembros de la delincuencia organizada.

Son productos de alta tecnología que facilitan los sistemas de información del gobierno. el espionaje es una función natural del gobierno para fines de seguridad nacional y de seguridad pública. Sin embargo, los usos indebidos en su aplicación exponen la privacidad ciudadana de que sus conversaciones sean escuchadas y gravadas y elaborar registros de los lugares y personas que frecuenta.

En la investigación criminal es un derecho de la autoridad solicitar autorizaciones judiciales para intervenir conversaciones telefónicas, pero en el entendido que deberán cumplir esas diligencias con un protocolo muy estricto porque de lo contrario los datos de prueba que lleguen a obtenerse podrían declararse como pruebas ilícitas.

El asunto, es que no estamos regularmente frente a autoridades respetuosas de la legalidad. Cuando se asume el poder, la autoridad política que gobierna, quiere tener el mayor número de datos informativos de lo que hacen sus adversarios y exhibirlos públicamente de sus probables complicidades en asuntos de corrupción o con la delincuencia organizada.

El gobierno de Sinaloa es evidenciado de recurrir a sistemas de vigilancia personal y grabación de conversaciones privadas a través del espionaje. Es sorprendido el personal destinado a labores de inteligencia para vigilar descaradamente a opositores políticos, como es el caso reciente del presidente del Partido Sinaloense Héctor Melesio Cuén Ojeda.

El gobierno con un apetito voraz utiliza sistemas muy desaseados como filtrar sistemáticamente a medios informativos pagados con el presupuesto estatal para denostar a Cuén Ojeda y a su familia, así como a la Universidad Autónoma de Sinaloa y a sus autoridades encabezadas por el Rector Madueña Molina. Se han instalado sistemas de geolocalización o GPS a vehículos privados que el gobierno quiere tener debidamente localizados, sin importar que se violen derechos fundamentales de los ofendidos por esas acciones abusivas e ilegales.

Dónde está el interés de tener escuelas del sistema educativo estatal con ventilación fresca que ahuyente el calor que produce este clima atroz y que expone la salud de la niñez sinaloense, pero les sobra presupuesto para invertir sumas millonarias en la compra de sistemas de espionaje para vigilar a los enemigos del gobierno.

La delincuencia que azota al Estado tiene toda la libertad para cometer sus fechorías, mientras que a la UAS la vigilan, la denuncian y la atropellan continuamente, en tanto que los delincuentes están en paz y aplaudiéndole al gobierno la tranquilidad que les dan. 2024 está muy cerca y los cambios serán determinantes para proscribir el autoritarismo y la arbitrariedad.

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