La guerra en Sinaloa de Leyva y la marcha por la Paz y la Concordia

Álvaro Aragón Ayala

La Marcha por la Paz y la Concordia celebrada el 7 de julio en Culiacán exhibió el arcaico y podrido sistema de seguridad pública y de prevención de delitos del gobierno de Rubén Rocha Moya que no sirve para nada. La guerra a muerte entre dos bandas delictivas en lo alto de la sierra de Sinaloa de Leyva que provocó el abandono de las familias de más de 8 comunidades, reflejó, a su vez, el estado de inseguridad que se vive y demostró la ausencia de políticas públicas para regresar la tranquilidad a los pueblos serranos de Sinaloa.

Más de 20 mil ciudadanos que desfilaron a pie por la avenida Obregón de la Iglesia de La Lomita hasta La Catedral de Culiacán, desnudaron el gobierno de Rubén Rocha en materia de seguridad y justicia. El mandatario estatal giró la consigna de no difundir la marcha y satanizarla, desesperado por la cruda exposición pública de un gobierno que no se ocupa por garantizar la seguridad ni por proteger el patrimonio de los ciudadanos.

El gobierno de Rubén Rocha Moya usa la fuerza pública no para contener o reducir la escalada de violencia que se vive en Sinaloa, sino para intimidar a las fuerzas sociales. Los cuerpos de seguridad estuvieron presentes en la toma de las instalaciones de Pemex en Topolobampo y Culiacán y en la manifestación en las instalaciones del Aeropuerto Internacional de Culiacán para amedrentar a los productores agrícolas que exigían precios justos a la tonelada de maíz.

La Policía Municipal, la Estatal Preventiva, la Ministerial y el ejército mexicano fueron movilizados para atemorizar a los universitarios que acudieron a dar su apoyo al rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa en su comparecencia ante el Juez de Control para responder por los delitos prefabricados por el gobernador Rubén Rocha Moya. Un grupo de agentes obstruyeron la trasmisión por Radio UAS del respaldo masivo otorgado por la comunidad universitaria a Jesús Madueña Molina.

Las instalaciones de Radio UAS fueron copadas este miércoles por la tarde por agentes de la policía municipal de Culiacán en un claro ejercicio de intimidación. Del programa Punto Universitario de la radiodifusora uaseña emergen voces que critican el pésimo desempeño de Rubén Rocha Moya, su fracaso como gobernador de Sinaloa y el atropello contra la Casa Rosalina, cuyos funcionarios son criminalizados y perseguidos por el gobierno rochista.

Pero las fuerzas de seguridad no operan contra los grupos delictivos. O bien les sacan la vuelta por temor o por arreglos a traspatio. Sinaloa lleva el primer lugar en el país en la realización de dispositivos policíacos sin detenidos. El Triángulo Dorado, el de mayor presencia delictiva, fue bautizado por el rochismo como Triángulo de la Bondad o del Bienestar.

La manifestación por la Paz y la Concordia fue un grito silencioso, un intento por despertar las conciencias del gobierno estatal que da sobradas muestras que no le interesa la vida de los sinaloenses, en tanto que el desplazamiento de decenas de familias que hoy viven en calidad de refugiados en Guamúchil por la guerra delictiva desatada en Sinaloa de Leyva reventó el discurso rosa y cursi del gobierno de Rubén Rocha Moya indiferente a la ola delictiva que se apodera de franjas territoriales en los 18 municipios de Sinaloa.

El gobierno rochista engaña a quien se quiere dejar engañar con el cuento de que en Sinaloa se respira tranquilidad mientras sube el número de asesinatos de alto impacto y de “levantados” y desaparecidos. Sinaloa vive un baño de sangre, terror y muerte que se intenta ocultar minimizando el problema con cifras adulteradas y sonsonetes políticos. La violencia se pretender enterrar con discursos y falsas estadísticas.

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