Adriana Ochoa, clave en los ataques contra la UAS

Álvaro Aragón Ayala

La campaña de desestabilización y destrucción de la Universidad Autónoma de Sinaloa, con el ingrediente de la difamación y calumnias contra sus funcionarios, a los que se les ha fabricado carpetas de “investigación” y abierto procesos penales, no es entendible sin uno o varios operadores de la propaganda negra difundida contra la Casa Rosalina por diferentes medios de comunicación que gozan de contratos millonarios de publicidad con el gobierno de Rubén Rocha Moya, cuyos planes son apoderarse del control de la Universidad así tenga primero que hacerla añicos, demolerla, para reconstruir la Casa Rosalina del pasado, la del desmadre y la de la crisis constante.

Adriana Margarita Ochoa, hechura de los gobiernos neoliberales del PRI, es una de esas piezas claves del gobernador Rubén Rocha Moya en la estrategia de linchamiento público y criminalización de los funcionarios de la UAS y de los dirigentes del Partido Sinaloense. Es la que dicta la “línea” a los medios de comunicación y a los columnistas y destina el presupuesto de su área, la coordinación de comunicación social del Gobierno del Estado, para abrirle espacios, en la radio, la prensa escrita, la televisión y las plataformas digitales, a grupúsculos consignados a atacar a la Universidad y sus funcionarios.

LOS NEOENFERMOS CONTRA LA UAS
El analista político Ernesto Hernández Norzagaray describe con meridiana precisión histórica que el “enfermismo” fue una corriente política ultraizquierdista que nació y se reprodujo en los pasados años setenta en la UAS; su rasgo más característico fueron las acciones contra su institución a la que llegaron a considerarla “universidad-fábrica” y, como tal, había que destruirla porque representaba la reproducción del sistema económico “explotador” aunque, en realidad, la utilizaron con las llamadas “expropiaciones revolucionarias” para sostener el movimiento.

“…No pocas veces he pensado —y más cuando veo algunos que estudiaron o al menos, estuvieron en escuelas de ciencias políticas, sociales o derecho— que nunca entendieron el quid de la cuestión y por ello fueron fácil presa del dogmatismo y, peor, de una idea mesiánica que vendría a cambiar las cosas con un golpe sobre la mesa. Pero, también, los hay que lo saben y que no son ingenuos porque tratan —como los priistas o panistas hoy subidos al barco morenista— de obtener su retribución sean con cargos o beneficios personales. Entonces, hablar de neoenfermismo en tiempos actuales, no es una exageración sino una caricatura porque está referido a aquellos activistas que se mueven en la lógica de ‘ahí está el lobo’ y hay que acabar con él, cuando ese lobo, que algunos llaman Cuén, Madueña o Lizárraga, es parte del sistema político estatal”, escribió Ernesto en su magistral artículo “El neoenfermismo”.

LA CAMPAÑA NEGRA Y LOS GRUPÚSCULOS
Ciertamente. Hay una corriente de activistas externos en los entornos de la UAS -conocidos como los neoenfermos o con el mote de grillos del “cártel de jubilados”-, que, desde una posición foránea, amparados por la dirigencia estatal y los diputados de Morena, atacan con furia destructiva a los funcionarios de la UAS, obedeciendo consignas desestabilizadoras de Rubén Rocha Moya, bajo el ánimo de crear células de agitación al interior del campus. Por ser reducido su radio de acción, la visibilización de esos grupúsculos financiados por el gobierno rochista no se comprendería sin el apoyo de Adriana Ochoa del Toro, responsable de mantenerlos vivos, con voz, en casi la totalidad de los medios de comunicación.

Efectivamente, Adriana Ochoa del Toro es uno de los cerebros de la campaña de ataques contra los funcionarios de la UAS, es quien mantiene la dinámica de la agenda de linchamiento público y criminalización contra el Rector en suspenso, Jesús Madueña Molina, el ex rector Juan Eulogio Guerra Liera y el Comité de Adquisiciones. Es la “intelectual” del armado del proceso de descrédito contra el dirigente del PAS, Héctor Melesio Cuén Ojeda y su familia. Es la que define las “cláusulas” de los contratos millonarios de publicidad a favor de los medios de comunicación y periodistas que protegen al gobernador Rubén Rocha y que acatan a pie juntillas la narrativa gubernamental contra la Universidad, previo pago.

LA ESTABILIDAD Y EL PRESTIGIO DE LA UAS
Bajo la óptica de Ernesto Hernández Norzagaray, hoy, en la UAS, se vive una estabilidad que le ha permitido tener reconocimientos —como el que recientemente le otorgó Times Higher Education, la prestigiada firma inglesa de evaluación de universidades, que reconoce a la casa rosalina como la tercera universidad pública del país, e, inmediatamente, sus detractores internos y externos salieron a la pista de las redes sociales para decir que era “propaganda” que la UAS no tenía esa calidad. Y es que ese segmento de detractores no soporta la estabilidad institucional y por ello, buscan por todos los medios a su alcance, denostar a la universidad con el señalamiento del cuenismo que sin duda existe e influye porque están en cargos de dirección.

Sin embargo, para los más radicales la apuesta está en el caos porque en su imaginario saldrá la nueva universidad, son los tontos útiles, que están a la sombra de las ambiciones de captura de las universidades públicas que tiene el obradorismo. Están convencidos de que cambiando de timón las cosas llevaran indefectiblemente al relevo del grupo dirigente y a una mejoría sustantiva de nuestra casa de estudios. ¿Realmente mejor? siendo la universidad estatal mejor rankeada. Son, pues, incapaces de deglutir racionalmente la máxima dialéctica de: análisis concreto de la situación concreta. Lo suyo es el dogma, la consigna, el meme, la diatriba, el fanatismo, el insulto.

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